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Tribuna:Sydney 2000BALONMANO EL ANÁLISIS
Tribuna
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El Milan, Bugno, Suecia

La grandeza del balonmano sueco se sustenta principalmente en la seguridad que tienen todos los componentes en sí mismos y en el grupo. Se sienten los mejores. ¡Cómo no, si son los campeones!, si lo ganan todo o casi todo. Están familiarizados con los éxitos. Se saben respetados por todos -sobre todo por nosotros, los españoles- y eso les genera una motivación extra.Resulta obvio decir que son fríos, pero es que esta frialdad viene dada por la propia confianza que se transmiten unos a otros; siempre hay un hombro donde apoyarse.

Tú puedes jugar al cien por cien, que aún así probablemente pierdas. La derrota resulta entonces muy dolorosa, has dado todo lo que llevas dentro y no ves el premio. Esto es lo que ocurre casi siempre ante los suecos.

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Misión imposible

Sin embargo, el partido de ayer no fue el caso. Suecia, campeón del mundo, campeón de Europa, campeón de casi todo, jugó excepcionalmente bien, sin dar a la selección española la más mínima posibilidad. Incluso rozando la humillación en algunos momentos. Una lección que se debe sacar del excelente equipo nórdico es que no es lo mismo estar concentrado que estar motivado.

En situaciones parecidas, ante las llamadas bestias negras, gafes, para mí sólo superiores, por ejemplo en balonmano el Zagreb durante años se encontró en las finales europeas con el Barcelona al que nunca ganó. La famosa quinta del Buitre: tropezaba continuamente con el Milan, y Gianni Bugno y Claudio Chapucci no pudieron ponerse el maillot amarillo por culpa de Induráin.

¿Qué nivel de impotencia te pueden llevar a crear estos casos? Es como una pesadilla. El abatimiento es tal que no sabes si te lo producen las personas, la camiseta, el nombre, etcétera... Ya puedes reforzar todos los aspectos para superarlos, que siempre te machacarán por el lado donde menos consistencia tienes, por donde menos te lo esperes.

No olvidemos que todos los países pierden con la selección de Suecia y que a pesar de la derrota, estamos arriba del balonmano mundial, con bronce o sin él, estamos en la élite. Pero, claro, detrás de Suecia.

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