El regreso de la pesadilla del Este
Shevchenko, el delantero del Milan, se catapultó a la fama tras golear en el Camp Nou con el Dinamo de Kiev a los azulgrana
Vuelve aquél hombre veloz, rápido como la luz, una pesadilla de blanco llegada del Este. La pesadilla que en 1997 desnudó, sólo tres meses después de llegar a Barcelona, a Louis Van Gaal. Shevchenko, Sheva, el hijo de un ex mecánico de Kiev, debe de tener grabados en su memoria quince días de otoño de 1997. Fue cuando esculpió su futuro tras medirse al Barça. Los azulgrana se disponían a jugar, como hoy, la tercera jornada de la Liga de Campeones y salieron vapuleados del olímpico de Kiev ante más de 100.000 uniformados espectadores, todos con gorras negras, todos con abrigos verdes, que tienen en el fútbol la mejor vía de escape para huir de la decadencia tras la disolución de la URSS.El Barça llegó feliz al partido tras ganar en el Bernabéu y aquel 22 de octubre encajó tres goles -Hesp fue expulsado- que hipotecaron su futuro en Europa. Nada comparado con lo que sucedió en la vuelta. El Dinamo recreó en el Camp Nou un apocalipsis de película. Sheva, con sus galopadas por la banda, hizo inútiles las carreras de Reiziger y Sergi. Marcó tres goles en media hora, hundió a Baía -jugó lesionado por la sanción de Hesp-, e inscribió en el currículo de Van Gaal el dudoso honor de haber recibido la peor goleada del Barça en Europa en varias décadas (0-4).
El Camp Nou catapultó a Shevchenko, que pasó a ser un futbolista codiciado por todos los clubes de la aristocracia europea. El Milan no lo dudó: la grada de San Siro se desesperaba con Kluivert, el hombre que le dejó sin la Copa de Europa en 1995, mientras el Inter se frotaba las manos tras el reciente fichaje de Ronaldo. No vacilaron: el Milan planeó sacudirse de uno de los lustros más negros de su historia fichando a la perla de Kiev. Tampoco fue fácil: el Dinamo de Lobanovsky se resistía al traspaso y cedió dos años después. Sheva, conocido como el Ronaldo del Este, mientras, crecía imparable. En 1999, justo antes de recalar en el calcio, repitió su pesadilla en el Bernabéu: eliminó al Madrid en cuartos de final y aplazó un año el sueño de la octava.
Y, desde que llegó hace un año a Milán, todo sobre ruedas. El ucranio logró en su primer año 24 goles, superando a Batistuta. Acompañado por sus padres, su hermana y su cuñado, Shevchenko, que el viernes cumple 24 años, se ha integrado en la Lombardía y erigido ya en un ídolo de la milanmanía. La directiva, que no cesa de mimarle, ve en él al sucesor de Van Basten para reconstruir la grandeza del Milan. La misma que humilló al dream team en 1994 en la final de Atenas y la que dejó sin título europeo a la Quinta del Buitre. Tienen ya la primera piedra: Sheva tiene registros que espantan. Seis goles, entre Europa y la Copa, en sólo cuatro días. Y todavía no ha arrancado la Liga.
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