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Sydney 2000 CICLISMO - PISTA

Villanueva, clasificado para cuartos en velocidad

Carlos Arribas

Un espectáculo

José Antonio Villanueva termina su jornada, se baja de la bicicleta y es otro. ¿Qué hace este tipo en la pista? ¿Qué hace este chavalillo de ojos grandes, que parece hasta tímido, gran cicatriz en la frente, mirada despierta, al lado de estos monstruos?Ustedes comparen. Villanueva está de pie. 21 años, 1,75 metros, 68 kilos. Nada. A su lado, unos pasos más allá, está el gran Jens Fiedler, el alemán que ganó el oro en Barcelona y en Atlanta: 30 años, 1,84 metros, 88 kilos. Calentando en la bicicleta, también cerca, en el centro del velódromo olímpico de Sydney, está Florian Rousseau, francés, múltiples veces campeón del mundo en kilómetro, velocidad y keirin: 26 años, 1,82 metros, 82 kilos, con unas piernas capaces de empujar 195 kilos de hierro, nada menos. Y qué decir del monstruo australiano Sean Eadie, de 1,83 metros y 103 kilos, o de su compatriota Darryn Hill, el chico malo de la pista, expulsado del equipo y luego readmitido, violento compañero que partió el casco a uno del equipo por un quítame allá esas pajas, y mide 1,74 y pesa 88 kilos, o de Laurent Gané, el francés que trabaja en unos altos hornos en Numea (Nueva Caledonia) y se fue a la metrópoli y pasó de calentar el níquel a calentar a sus rivales en la pista (y es también el ídolo de Villanueva), y que, a pesar de pesar sólo 76 kilos y medir 1,76, asusta sólo con verle. Todo músculo, qué piernas. Eso, qué hace Villanueva, que sí, tiene una cicatriz que puede dar a entender que se ha curtido en alguna batalla pero que, qué se le va a hacer, se la hizo de crío cayéndose de la bicicleta en el barrio donde vive, en Alcalá de Henares. Y más en una especialidad como la velocidad, en la que, se supone, la fuerza bruta, se mide en metros cuadrados de músculo y en capacidad intimidatoria.

Villanueva es un espectáculo que ayer logró pasar dos rondas (derrotó al inglés MacLean y al checo Buran) de la prueba de velocidad y que hoy correrá en cuartos contra Rousseau. "Era mi objetivo, llegar a cuartos, y ahí estoy. Y contra Rousseau, jo. Nunca le he ganado ni una serie". Contra el checo firmó una obra de arte: logró ponerse delante, mandarlo para arriba, jugar con el experto checo, controlarle con el rabillo del ojo, verle venir y cerrarle la puerta cuando intentaba hacerle un interior. Luego, cuando sonó la campana, en los últimos 200 metros lanzados, se mostró insuperable, rompiendo el aire con su cabeza, abriéndose paso. 11 segundos tremendos. Y luego, se baja de la bici y es lo qué es: un chavalillo que pesa 20 kilos menos de músculo que sus rivales.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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