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Tapón

FÉLIX BAYÓNSupongo al lector al tanto de las virtudes del presidente de la Junta de Andalucía. Especialmente, si el lector ve los informativos de Canal Sur, que no han ahorrado ditirambos hasta convertirlo en el auténtico triunfador del congreso del PSOE. No imagino qué hubieran dicho si esta vez Manuel Chaves hubiese apostado por el ganador.

De Chaves se podrá decir que es un gran líder, un excelso atleta y hasta un magnífico orador, pero creo que nadie en su sano juicio se dejaría asesorar por él para catar melones a ciegas. La intuición no es su fuerte. Apoyó a Almunia frente a Borrell, y ganó Borrell. Apadrinó a Bono, y ganó Zapatero.

Hay quienes consideran a Chaves un gran líder aunque le cuelen goles como el famoso decreto de la Consejería de Cultura sobre el Consejo Audiovisual de Andalucía, o se le suban a la chepa alcaldes socialistas (¿socialistas?) como el de Punta Umbría, que pretende plantar hoteles en un bosque de pinos en contra de los designios de la Junta.

Desde luego, estas cosas no le pasaban ni a Felipe González ni a Alfonso Guerra. Y sí le pasan a Chaves. ¿Quiere esto decir que Chaves no es un líder? Posiblemente sus aduladores tengan razón. Quizá Chaves sí sea un gran líder. Hay líderes que lo son a su pesar, porque su poder reside precisamente en su debilidad.

Chaves tenía un candidato, que era Bono, apostó por él con no excesivo disimulo y hasta destinó a algunos de sus hombres de confianza para que le ayudaran a formar la ejecutiva. Pero -las circunstancias obligan- tuvo que dejar la última decisión en manos de los delegados al congreso, en voto directo -sin la intermediación de los portavoces- y garantizó el secreto y la limpieza del proceso. De este modo, inmunizó a los delegados contra todo tipo de presiones. Incluyendo las suyas. No fue neutral, pero jugó bastante limpio.

Probablemente, Chaves sea de ese tipo de líderes que terminan convirtiéndose en aprendices de brujo. En la historia abundan. Uno de ellos -por poner un ejemplo prestigioso, conocido y cercano en el tiempo- fue Mijáil Gorbachov, que acabó con el comunismo sin querer.

Ahora Chaves es, además de presidente de la Junta de Andalucía, secretario general del PSOE andaluz y presidente federal del PSOE. ¿Podrá controlarlo todo? Si nos atenemos a lo visto en los últimos meses, es evidente que no. Pero, más que un líder, Chaves es un detente bala que pone paz entre las tribus andaluzas que viven a su sombra y simultáneamente inmuniza a la ejecutiva de la Nueva Vía contra el ataque de los dinosaurios del partido. Ésa es su fuerza.

Pero pronto, tranquilamente, comenzará a ponerse en duda la acumulación de tantos cargos en las mismas manos y Chaves tendrá que abrir su sucesión en Andalucía. Es inevitable: la política de Zapatero es en buena parte una política de personal, que trata de romper el tapón generacional y el tapón tribal, que impedían la regeneración del partido. Andalucía no puede ser excepción.

Mientras llega el momento, aún veremos cosas muy divertidas. Tras la victoria de Zapatero, sus partidarios no dejan de brotar por todas partes. No hay que alarmarse: el oportunismo viene de fábrica con la gama más baja de la condición humana.

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