Venus se corona en la 'catedral'
Tras la victoria sobre Davenport, las Williams son las primeras hermanas en ganar cada una un torneo del Grand Slam
La historia del tenis quedó marcada de nuevo por Wimbledon. La victoria de Venus Williams sobre Lindsay Davenport, por 6-3, 7-6 (7-3), en la final del torneo londinense no constituyó un espectáculo brillante, pero en cambio abrió una puerta que había permanecido cerrada en los más de 100 años de historia del tenis. Hasta que Venus, de 20 años, saltó ayer como una loca poseída sobre la hierba de la pista central, y luego ante los duques de Kent -tras entregarle el plato de ganadora-, nunca dos hermanas habían conseguido ganar un título del Grand Slam cada una, como ella y Serena."Fuimos felices cuando Serena se impuso en el Open de Estados Unidos el año pasado", explicó Venus por los altavoces de la pista, recién coronada, "y volvemos a serlo ahora". Estaba excitada, pero habló tranquila, mientras su padre, Richard, mostraba en una pizarra un mensaje desde la grada, dirigido a Oracene, en Palm Beach Gardens: "Te quiero, esposa". Junto a él, estaba también Serena, de 18 años, con una sonrisa franca, aplaudiendo la victoria de su hermana, tal como Venus hizo en Nueva York en septiembre pasado. La familia ha resuelto sus problemas. El orden natural ha sido restablecido.Venus, la mayor, se ha convertido en la primera jugadora negra que gana el torneo de Wimbledon desde que Althea Gibson se impuso en 1957 y 1958. "He trabajado toda mi vida para lograr esto. Es una sensación extraña, puesto que había soñado muchas veces con ganar la final aquí, pero cuando me despertaba no era cierto. Todo se convertía en una pesadilla". El inicio de la pesadilla se produjo justo cuando su hermana menor ganó en Flushing Meadows. Entonces, Venus comenzó a sentir la angustia de verse superada por Serena. Nadie en la familia quería aceptarlo públicamente, pero era evidente que algo se había roto. "Si pudiera, desearía que las cosas volvieran a ser como al principio", comentó la madre antes de la final. "Venus es la mayor y tiene la sensación de que debe ser la primera".
Ayer recuperó la hegemonía que siempre había tenido frente a su hermana. Su victoria ante Serena en las semifinales marcó el camino. Pero fue en el preciso momento en que conquistó su primer título del Grand Slam, y además en Wimbledon, cuando todo volvió a su cauce. Lo logró en su segunda final del Grand Slam -antes había perdido en el Open de Estados Unidos con Martina Hingis (1997)-, y lo hizo frente a una compatriota, Davenport, segunda cabeza de serie, recordando la final que en 1990 disputaron Martina Navratilova, campeona, y Zina Garrison, una blanca y una negra como ellas, y como ellas la segunda y la quinta cabezas de serie.
Sin embargo, Venus no venció de forma brillante. Se mostró tan errática como su rival en la final, combinando grandes aciertos con dobles faltas y errores. Las dos llegaron a su 13º duelo (9-4 ahora para Davenport) sin estar en sus mejores condiciones. Venus, tras estar seis meses apartada del circuito por una tendinitis en las dos muñecas; Lindsay, con problemas en la espalda en los últimos meses, y ayer con la pierna izquierda vendada. Quizá por ello, o por la fragilidad de sus saques (se lo rompieron 11 veces), o por la presión, no desarrollaron su mejor juego. Pero cuando llegaron los momentos decisivos, Venus estuvo más entera y encontró los resortes para decidir. "´Saqué mal", reconoció Davenport. "Me siento orgullosa del torneo: gané a Hingis, Davenport y Serena", comentó Venus. "Mañana me sentiré mejor. Al despertar, diré: soy la campeona". Y se dispuso a probarse el vestido que lucirá hoy en la fiesta de campeones y que, con Serena, se compró ocho días antes de viajar a Londres.
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