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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ya visto en Japón

No es novedad que la coalición liberal-conservadora que gobierna Japón haya ganado las elecciones generales de ayer a la Cámara baja, aunque perdiendo su mayoría anterior de dos tercios. Los japoneses tienen puesto en política el piloto automático. Esta aversión al cambio, siquiera cosmético, ha permitido al Partido Liberal Democrático (PLD, socio mayoritario de la alianza tripartita gobernante) mantenerse en el poder durante 50 años, con sólo un breve paréntesis, pese a sus sonados escándalos de corrupción. Su maquinaria bien engrasada y la ausencia de una alternativa suficientemente creíble hacen el resto de este ritual electoral.El Gobierno ha superado los 254 escaños necesarios, la "mayoría estable", para el control de todos los comités parlamentarios relevantes en una Cámara de 480 miembros. La victoria del continuismo, sin embargo, se ha visto empañada por el fuerte ascenso del opositor Partido Democrático (una escisión del PLD) y los resultados por debajo de las expectativas del partido mayoritario. Los próximos días despejarán la incógnita de si los resultados electorales permiten, como parece probable, la continuidad del primer ministro Yoshiro Mori, que asumió el cargo hace tres meses, tras la muerte de su predecesor, Keizo Obuchi, y está en el ocaso de su popularidad por una serie de declaraciones desafortunadas.

La economía ha sido prácticamente el único escenario electoral. Mori y sus socios conservadores, más poderosos desde ayer por la pérdida de votos del PLD, han prometido estabilidad y mantener la prioridad del crecimiento frente a la reforma fiscal. Pese a las recomendaciones de sus gobernantes, los japoneses combaten su crisis relativa -tienen el nivel de ahorro más alto del mundo- guardando sus yenes en lugar de dedicarlos al consumo. Cualquier Gobierno que se forme tendrá como objetivo básico potenciar la frágil recuperación nipona, tras siete años de estancamiento y dos de recesión, e intentar rebajar la deuda pública más elevada del planeta.

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