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EUROCOPA 2000Cuartos de final

Holanda saca su mejor repertorio

Las luces de Bergkamp y el apetito goleador de Kluivert fulminan a Yugoslavia

José Sámano

Holanda por fin explotó del todo. Enchufada a Bergkamp, que cuando tira de repertorio es sublime, y a Kluivert, al que se le ha despertado el apetito goleador, la selección local trituró a Yugoslavia. El equipo balcánico se derritió de forma estrepitosa ante la luminosa sociedad formada por los dos personajes de la tarde, que engancharon a su causa a todos los compañeros. Holanda, que había despertado ciertas dudas en la primera fase, encendió todas las luces y bailó sobre el equipo de Boskov, que a duras penas se sostuvo en el partido. Los yugoslavos pagaron una factura muy alta frente a una selección capaz de devorar a sus adversarios si la cosa se pone a tiro. Ante su público, y con el marcador acomodado su voracidad ofensiva, Holanda es una tortura para cualquier rival. Lo lleva en los genes. Por algo ya es el equipo más goleador y con su camiseta desfila Kluivert, el máximo anotador del campeonato con cinco tantos que serán seis si hoy la UEFA le concede el tercero de los que encajó ayer Yugoslavia. El propio Kluivert reconoció tras el partido que ese gol lo empujó hasta la red de Kralj el yugoslavo Govedarica. De sumar ese tanto a su cuenta personal, el barcelonista sería el primer jugador que marca cuatro goles en un solo partido en la historia de la Eurocopa.De entrada, Yugoslavia ofreció medio partido a Holanda con una más que cuestionable decisión de Boskov, que desplazó a Djukic al lateral izquierdo para tapar las aceleraciones de Overmars. Un disparate del que no abusaron los holandeses. No les hizo falta, porque a Bergkamp le dio por aplicarse en todas las facetas del juego y sacudirse la pereza que tantas veces ha tachado su carrera.

Con el diez holandés nunca se sabe cómo vendrá la tarde. Se enchufa a la partida con la misma facilidad que se funde y se hace invisible. Criticado por su mecenas juvenil, Johan Cruyff, y al borde de la retirada internacional -desliza en sus círculos privados que dejará la selección al final de este torneo-, el jugador del Arsenal está en el marco adecuado para reivindicarse por última vez. Los holandeses sienten que Bergkamp, líder de una brillante generación, tiene una deuda con su país, del que emigró muy joven y al que nunca ha aupado en el podio internacional.

Ante los yugoslavos su juego fue una alegría para la vista. Y para todo el equipo holandés, que se dejó llevar en brazos por su mejor jugador. Bergkamp ofreció una galería de jugadas bellísimas, llenas de inteligencia y efectividad. Como aquel maravilloso taconazo con el que tiró un caño delicadísimo a un central yugoslavo. O la pelota que le entregó segundos después a Davids, tras un pase trazado con un compás desde la posición de enganche. Y qué decir de la hermosa combinación con Kluivert que derivó en el primer bocado del delantero. Pletórico de potencia y velocidad, y con su habitual sexto sentido para descoser defensas con sus movimientos, el ariete se dio un empacho frente al portero Kralj. Discutido por sus apagones frente al gol, Kluivert tuvo la noche de su vida y puso en jaque a los más escépticos.

El primer gol aturdió definitivamente a los yugoslavos, que sólo habían dado señales de vida en una gran jugada de Milosevic que Mijatovic estropeó ante Van der Sar. Govedarica y Jugovic se sentían enanitos frente a Bergkamp, que asumió toda la creatividad de su equipo por las dificultades de Davids y Cocu para una misión de semejante envergadura. Ambos son los guardianes de su cerebro, barren todo el centro del campo y se conceden algunas aventuras en ataque, pero les cuesta frenar el partido, pensarlo y digerirlo adecuadamente.

Para eso está Bergkamp, que brindó una fiesta por todo lo alto a su gente, que disfrutó de lo lindo con la apisonadora holandesa del segundo periodo. Boskov ya había centrado a Djukic y dado otro perfil al equipo, pero no había remedio. Con Kluivert resguardado en el banquillo después de sus tres goles, Holanda le metió una quinta velocidad al partido. Overmars, Zenden y Makaay abrieron en canal al equipo yugoslavo, que hacía siglos que había bajado los brazos. A la mayoría de sus futbolistas les sobran los años y hoy día pagan en exceso su tradicional anarquía. Especialmente en defensa, por lo que el equipo se despide de la Eurocopa con trece goles en la mochila tras cuatro partidos.

Demasiadas ventajas para una Holanda en vena, que tiró confetis en el césped y en las gradas. Por el juego y por el resultado, pero, sobre todo, por dos noticias de extraordinaria relevancia para el curso del torneo: Bergkamp está motivado como nunca y Kluivert ha pactado con el gol. Argumentos de peso para el sueño de una hinchada que siente que el fútbol mundial le debe algo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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