"Que bonitos son los goles de Alfonsito"
La selección española se dedica el triunfo ante Yugoslavia y se siente liberada para soltar su mejor fútbol ante Francia
Decepcionado como estaba, autista como parece a veces, sólo tenía prisa por abandonar el estadio De Kuip de Rotterdam y acomodarse en el autocar, así que se sentó rápido y aguardó a que el motor se pusiera en marcha, hasta que un tipo alto, rubio, con cara de sorpresa, aturdido por la presencia de un personaje extraño en un vehículo conocido, le sacó de la somnolencia. Fran se había equivocado de autocar y se había metido en el de Noruega, aparcado como estaba al lado del de España, a la salida del campo. La historia expresa el desasosiego español después de su frustrante estreno en contraste con el regreso festivo del miércoles desde Brujas. Nadie se equivocó de autocar.Al cántico de "qué bonitos son los goles de Alfonsito" y "Camacho llévanos a Ibiza", lugar donde veranea el seleccionador, los jugadores llegaron a Tegelen, punto de concentración del equipo en la Eurocopa, con ansias de revivir el partido frente a Yugoslavia. Tantas eran las ganas de contrastar cuanto sucedió en el estadio Jan Breydel que casi despreciaron el par de copas de cava que les ofrecieron a su llegada. Los futbolistas se fueron juntando en las habitaciones para repasar el encuentro que ofrecían la BBC y Eurosport. Y es que la concatenación de emociones vividas en la cancha fue tal que se había perdido la conciencia de lo ocurrido.
"Tiré el penalti porque me sentía confiado, con ganas y pensando que con el empate nos clasificábamos", relató Mendieta, "y de ahí mi gesto de alegría". Y el punterazo que le dio Alfonso. Y la jarana que se montó en el banquillo. "Había tanto follón que no sabíamos qué nos decían. Parecía que faltaba algo, y nadie sabía exactamente qué", coincidieron los protagonistas del empate. "Necesitábamos otro gol y nos fuimos a por el triunfo porque teníamos fe en obtenerlo", expuso Mendieta. "A la que vi la pelota dentro, convencido de que el cuarto tanto sí era decisivo", intervino Alfonso, "salí brazos en alto, con la piel de gallina, sin saber hacia dónde correr". "Me quedé parado frente a la hinchada hasta que los compañeros me tiraron".
"Viendo las escenas repetidas por televisión nos convencimos de que cuanto había sucedido era verdad", confesó el goleador español. Hubo gente, y entre ellos Toni Bruins Slot, técnico de la federación holandesa, que abandonó el estadio cuando Yugoslavia aún iba por delante en el marcador (3-2) y tuvieron que enchufar la televisión para completar su informe, contar sus vivencias de forma aparente o de convencerse del triunfo del colectivo de Camacho. Asumida la victoria, los internacionales españoles la festejaron sin cortaprisas. Cuantos comparecieron ayer ante la prensa reivindicaron el éxito, pasaron factura a la prensa por la crítica recibida en los dos primeros partidos, pues la consideraron desmesurada, y reiteraron su confianza en poder enfrentar con garantías a Francia en cuartos.
"Nos dedicamos la victoria a nosotros mismos y al entrenador porque el equipo lo ha pasado francamente mal", proclamó Alfonso. "Tras el primer partido sentimos la soga en el cuello, el equipo salió trastocado y hemos remontado por la vía del sufrimiento", agregó. "Ha habido opiniones injustas. Es verdad que el juego tampoco era el que queríamos los jugadores, pero las dudas que surgieron en el ambiente tampoco nos ayudaron. Lo tuvimos todo en contra y situaron nuestras expectativas muy por encima de lo que históricamente ha logrado la selección. Quizá se ilusionó demasiado a la gente".
"No hemos tenido nadie a nuestro favor", dijo Helguera. "De momento no tenemos nada que celebrar, pero nos sentimos recompensados con la victoria, y ese es un sentimiento extensivo a los 22 jugadores. A mí me costó creerme que habíamos ganado". Etxeberria profundizó en el sentimiento de sorpresa que provocó la victoria: "Ganamos de forma atípica, pero se hizo buen fútbol. El problema es que si le quitas al partido los últimos cinco minutos se nos habría criticado y cuestionado de nuevo nuestra condición física". Y Mendienta abundó en que el estado anímico actual permitirá que no se discuta más sobre la puesta a punto del grupo: "Se dijo que estábamos cansados, pero nosotros éramos conscientes de que iríamos a más con el transcurso del torneo".
La clasificación para los cuartos puede marcar el punto de inflexión apuntado ante Eslovenia. El estímulo que supone enfrentarse a Francia, campeona del mundo, actuará seguramente de vitamina para mitigar la fatiga del colectivo por la acumulación de partidos. El éxito contra Yugoslavia puede tener un efecto liberador en los jugadores. "Ahora empieza lo bueno", anunció Etxeberria. "Se verán partidos más bonitos y emocionantes. Vamos a intentar llegar a la final con nuestro juego. Podemos eliminar a Francia porque ahora tenemos juego e ilusión".
Y Helguera sentenció: "Francia es un adversario complicado en la misma media que España lo es para los franceses". El autocar de España ya resulta inconfundible incluso para los periodistas franceses, que ayer se preguntaban por la metamorfosis del grupo de Camacho, que en un partido pasó de la confusión a la clarividencia.
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