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EUROCOPA 2000 Los partidos de ayer

Francia también tira de pico y pala

La República Checa pierde por la mínima tras un partido muy trabajado de su rival

José Sámano

Sin la clarividencia de su primera aparición en el torneo, Francia metió la directa hacia cuartos de final en un partido que le hizo remangarse todo lo que pudo. Frente al rocoso y complicadísimo equipo checo, los campeones del mundo debieron masticar el choque más de la cuenta. No le quedó otro remedio que negociar el resultado desde el trabajo y la solidaridad, para lo que también parece estar preparado el conjunto de Roger Lemerre, que ha construido un bloque camaleónico, capaz de adaptarse a las exigencias de cada jornada. Salió airoso de la cita con la República Checa porque el equipo está cortado en doble dirección: tiene talento para construir y pico y pala para protegerse cuando vienen mal dadas. Ayer tuvo que apelar en mayor medida a lo segundo.Ya de entrada, Francia apostó por un equipo más defensivo que en la jornada inaugural, derivado del cambio de Vieira por Djorkaeff. La consecuencia fue lógica: chocó algo más y jugó menos. Su fútbol perdió frescura y la circulación fue más atascada. Vieira, Deschamps y Petit, tres extraordinarios futbolistas por su sentido táctico del juego, tienen un molde similar. El primero en acusarlo fue Zidane, brillante como siempre, pero un escalón por debajo de su deslumbrante actuación frente a Dinamarca. Zizou se quedó sin socios y la posición más centrada de Henry achicó su inmensa imaginación. Porque Francia esquivó cualquier maniobra por los costados, donde siempre hay más aire. Anelka y Henry se movieron en la misma dirección, excesivamente verticales, sin dejarse caer por las orillas para abrir el paisaje de Zidane, sobre todo el madridista, al que le puede la apatía de forma tan escandalosa, que hasta Dugarry le quita el puesto, como sucedió recién comenzado el segundo tiempo.

El giro táctico en la pizarra de Lemerre puso más trabas de las debidas al campeón del mundo, demasiado precipitado por su falta de armonía en la media cancha. Nedved, uno de los mejores llegadores del planeta, y Koller, una viga de 103 kilos y 202 centímetros que se inició en el fútbol como portero, anudaron la garganta de Barthez en el primer cuarto de hora. El jugador del Lazio con un disparo seco que rebotó en los puños del meta francés y el pívot del Anderlecht con un cabezazo estruendoso. La respuesta francesa siempre tuvo a Zidane como solista y a Henry como cebo. Como sucedió en el madrugador gol de éste, consecuencia de una tropelía de Gabriel, un central checo con las medidas de un armario. Sin una mosca a su alrededor el chico se equivocó de pareja y le soltó a la pelota a Henry. El delantero del Arsenal superó la salida de Smicer, con un leve punterazo que hizo desfilar el balón bajo su cuerpo. Definitivamente no era la tarde de Gabriel, herido poco después a raíz de una entrada merecedora de expulsión de su compañero Bejbl.

El tanto francés atornilló demasiado el partido, que se ensució poco a poco. Francia se empleó con las mismas armas que los checos, que destilan un fútbol muy físico, repleto de cemento y sin titubeo alguno cuando se trata de enseñar los tacos. El equipo de Lemerre aceptó el cuerpo a cuerpo y terminó nublado. En medio de la batalla Nedved fue el más pillo. Tiró un desmarque diagonal hacia el área francés y Deschamps, que llegaba retrasado, le arrolló.

El penalti, transformado por Poborsky, que aún pudo marcar en dos ocasiones antes del descanso, acabó por convencer al seleccionador francés: mientras el equipo iba camino del vestuario, ya estaba calentando Djorkaeff, relevo de Petit, uno de los tres mosqueteros de la zona central. Su colega Jozef Chovanec también aprovechó para lavar la cara a su equipo. Se quitó de encima al desafortunado Gabriel, tiró a Smicer a la banda izquierda -absolutamente despreciada durante todo el primer tramo- y escoltó a Koller con Lokvenc, un enanito a su lado (1,92).

La verdad es que los dos técnicos acertaron. Sus decisiones cambiaron el curso del choque, que se tornó más delicado, y resultaron capitales. El viraje francés fue clave en el segundo gol. Una hermosa jugada trenzada desde su defensa al primer toque entre Vieira, Zidane y Djorkaeff, que en un santiamén dejaron caer la pelota al extremo izquierdo, donde ya para entonces gambeteaba Henry. Éste se deshizo de un defensa checo con un sombrero no muy ortodoxo y devolvió el favor a Djorkaeff, que irrumpió por el centro y lanzó un latigazo sin remedio para Smicer. Henry, por ahora, ya tiene un capítulo propio en esta Eurocopa: de los cinco goles marcados por Francia, ha anotado dos y ha resultado imprescindible en los otros tres.

Al acierto de Djorkaeff, la República Checa replicó con todo el empeño. Pero con un fútbol previsible y un tanto primitivo, cuyo único y exclusivo guión consistió en ensanchar todo lo posible el campo para luego localizar la cabeza de Koller o Lokvenc. Y estuvo a punto de rentabilizar la fórmula en una remate del primero que desembocó en el larguero. No pudo ser, ni siquiera con el despliegue de Nedved, un jugador que no merece ser despedido tan pronto del campeonato. Afortunadamente se quedan Zidane, Henry, Djorkaeff..., ejes de un gran equipo, de una selección capaz de conjugar como pocas el talento y la solidaridad.

Incidentes en Bruselas

A la conclusión del encuentro, a 80 kilómetros de distancia, en Bruselas, varios aficionados franceses que salieron a festejar la victoria de su selección a la céntrica plaza de la Bolsa provocaron el tercer incidente grave en lo que va de campeonato, según informa Sandro Pozzi. La policía tuvo que dispersar a un grupo de jóvenes no identificados que se lanzaron sillas entre ellos y obligaron a las fuerzas del orden a cargar expeditivamente. Los incidentes se cerraron con una veintena de detenciones.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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