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Reportaje:AULAS

Un estudio demuestra que los niños que maltratan a sus compañeros saben el daño que causan

Expertos de la UE niegan las teorías vigentes de que el menor ignore los efectos de su conducta

Los menores que maltratan, pegan o amenazan a sus compañeros en el colegio son, en su mayoría, conscientes del daño que provocan en sus víctimas. Esa es una de las primeras conclusiones de la investigación científica que, con financiación de la UE, están realizando 55 psicólogos europeos de cinco países, entre los que hay varios de la Universidad de Sevilla, y que se titula Estudios de la naturaleza y prevención de la violencia entre iguales y exclusión social. El estudio contradice en ese punto las teorías clásicas que defendían que el agresor no conocía plenamente el mal que causaba a otros niños.

55 investigadores universitarios de cinco países europeos se reunieron el pasado fin de semana en Sevilla para poner en común los avances de sus trabajos sobre violencia entre iguales, particularmente en el ámbito de las escuelas. El equipo que dirige la catedrática de Psicología de la Universidad de Sevilla, Rosario Ortega, hizo de anfitrión en la reunión. Su trabajo se enmarca en un proyecto de cuatro años financiado por la Unión Europea con 100 millones de pesetas.El estudio lo desarrollan nueve equipos de investigadores de cinco países europeos diferentes. Las universidades participantes son la Autónoma de Madrid y la de Sevilla, en España; las portuguesas de Miño y Lisboa; las de Florencia y Calabria, en Italia; la de Munich, en Alemania; y la Universidad de Londres, que aporta dos equipos británicos.

La mayoría de los directores de los nueve equipos participantes en este estudio ya trabajaban sobre estos temas desde hacía tiempo, pero hace cuatro años solicitaron financiación a la Unión Europea, que les concedió un presupuesto de 100 millones de pesetas en septiembre de 1997. Desde entonces forman un proyecto inscrito en lo que Bruselas define como TMR, que son las siglas inglesas de formación y movimiento de investigadores, un programa comunitario destinado a la mejora en la preparación de jóvenes investigadores. "Algo parecido a los programas de intercambio para estudiantes, los famosos Erasmus", explica Rosario Ortega.

Los nueve equipos trabajan de forma coordinada, en lo que ellos llaman "red de trabajo". Están permanentemente conectados por Internet; intercambian investigadores, siguiendo los criterios de la TMR; se hacen visitas periódicas; y dos veces al año se reúnen para hacer balance.

En los dos años y medio que llevan trabajando en el proyecto, los investigadores han logrado definir el fenómeno de violencia entre iguales en las lenguas de los cinco países participantes, han diseñado herramientas de investigación homogéneas, que les sean válidas en todos los campos de trabajo, y empiezan ahora a ver los resultados de su labor.

Conclusiones

Una de las primeras conclusiones, y la más llamativa por ahora, es que el maltrato que ejercen algunos niños contra sus compañeros de clase no es amoral, como se creía hasta ahora. Las teorías clásicas definían al niño violento como incapaz de percibir y valorar el daño que infligía a sus iguales. "Se les consideraba como los típicos chavales brutos, pero sin maldad", explica la profesora Ortega. Uno de los trabajos enmarcados en este proyecto de investigación demuestra, en cambio, que la mayoría de los chicos que hacen daño a otros chavales en el ámbito educativo sí saben, incluso utilizan en su provecho, el dolor y el sufrimiento que provocan.

Peter Smith, coordinador de todo el estudio y profesor de Psicología en la Universidad de Londres, explica sobre la teoría de la mente (theory of mind) cómo "los niños con conductas violentas, ya sean verbales o físicas, se hacen una idea muy aproximada de lo que sienten sus víctimas cuando les pegan, amenazan o maltratan en el colegio".

Otra de las líneas de investigación del estudio -quizás en la que más centrados están ahora los participantes- es la consideración de las consecuencias que, en la vida adulta, tienen los malos tratos sufridos en la escuela. Según el profesor Smith, se está empezando a comprobar cómo esos traumas adquiridos en la edad escolar se arrastran a la vida laboral causando, entre otras cosas, "pérdida de confianza en las relaciones personales, depresiones e incluso pesadillas".

Entre esas consecuencias que el niño maltratado en la escuela se lleva a la vida adulta, también hay algunas aprovechables. La profesora Ortega explica que "hay gente que es capaz de llegar a sacar conclusiones positivas de esas experiencias". De esa manera de canalizar el sufrimiento los investigadores esperan obtener claves que les ayuden a diseñar terapias y tratamientos para los niños que no son capaces de superar por su cuenta esos traumas infantiles.

Logros del proyecto

Todos los resultados que hasta ahora ha dado el estudio, y los que están por llegar de aquí a su finalización, han sido obtenidos gracias a lo que, en parte, es considerado tanto por el profesor Smith como por la profesora Ortega como el mayor logro del proyecto: en los comienzos del trabajo los investigadores consiguieron encontrar qué palabras definían en cada idioma las conductas que ellos iban a investigar.

Un asunto tan importante como para conseguir que todos los equipos estudiaran, en cada país, las mismas conductas, y no sólo algunas parecidas entre sí. Lo que aquí en España han definido como maltrato, es violence en Francia, prepotencia en Italia, o bulling, en Gran Bretaña. El trabajo de homogeneización de los términos permitió conocer, por ejemplo, que lo que los psicólogos definen en español como maltrato, los niños andaluces lo explican con las expresiones "meterse con" o "no juntarse con".

Con los conceptos sobre los que trabajar claros, el segundo paso fue elaborar instrumentos que pudiesen funcionar en todos los países involucrados. Esas herramientas de trabajo son las que están permitiendo que se logren resultados en un ámbito poco estudiado hasta la fecha.

Las herramientas más destacadas que se han diseñado son un cuestionario sobre violencia en las aulas, cuyo uso se pretende que pueda ser universal y que ha sido desarrollado por la Universidad de Sevilla; series de dibujos que permiten al niño opinar sobre casos de maltrato; o métodos observacionales sobre el comportamiento de los alumnos en los lugares de recreo.

Las conclusiones definitivas del estudio no estarán listas hasta diciembre de 2001 pero, mientras tanto, "parece claro que esta investigación pondrá de manifiesto un problema que puede tener una envergadura parecida a la de la violencia doméstica", según opina la profesora Ortega.

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