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BALONCESTO Final de la Liga ACB

El Barça se ensaña con el Madrid

Los azulgranas barrieron en la segunda parte y empataron una serie que cambia de escenario

Robert Álvarez

Fue un desafío. Y el Barça lo cumplió con el ensañamiento propio de un animal herido. Había perdido el primer partido de mala manera, dando muy poco de sí mismo. Y ayer lo dio todo. Y el Real Madrid salió damnificado porque a efectos contables se sabe que da lo mismo ganar por uno que por 30, pero caer por una diferencia tan abismal tiene con seguridad efectos psicológicos de cara al desenlace de una eliminatoria larga, al mejor de cinco partidos.El Barça tiene que darle más vueltas al asunto que el Real Madrid. No tiene a Alberto Angulo, no tiene a Djordjevic, no se encuentra a gusto cuando se le obliga a atacar en estático, cuando hay que mover el balón sorteando las piezas defensivas madridistas bien atrincheradas en sus posiciones. El rebote, la velocidad, la defensa agresiva le resultan condición sine qua non al equipo de Aíto García Reneses. Y aun así sufre.

BARCELONA 83REAL MADRID 55

Barcelona: Goldwire (11), Navarro (12), Gurovic (7), Alston (11), Dueñas (5); Elson (4), Gasol (8), Rentzias (10), Digbeu (8), Nacho Rodríguez (7). Real Madrid: Djordjevic (16), Alberto Angulo (11), Lucio Angulo (2), Struelens (2), Scott (7); Galilea (5), Mijailov (4), Iturbe (2) y Betts (6). Árbitros: Betancor, Llamazares y Arteaga. 8.000 espectadores. Palau Blaugrana. Empate a uno en la eliminatoria final al mejor de cinco partidos. El próximo encuentro se juega el miércoles en Madrid (21.00, Canal +).

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El partido de ayer, al igual que el primero, midió el juego desbocado de los azulgrana con el estilo más académico y reposado de los madridistas. Sucede a veces que esa dinámica induce al Madrid a pagar muy caro sus fases de impavidez, como cuando se tragó dos alley-hoops -asistencias en las que el balón es bombeado sobre el aro para alguien, y de un salto y en un solo toque lo machaca sin posibilidad de que nadie se le interponga- casi consecutivas, o como cuando en los seis segundos finales del primer tiempo le regaló al Barça cuatro tiros libres.

Por lo demás, insistió el Barça en su tesis: presión y más presión defensiva, especialmente sobre el base madridista, Djordjevic, al que esta vez no relevó con el acierto del primer partido Galilea. Donde no llegaba Goldwire, lo hacía un pívot azulgrana. Alston primero o Rentzias después se apostaban en la medular para ayudar a Goldwire o Nacho Rodríguez.

El juego del Real Madrid es, de alguna manera, más fluido y natural. Pero el del Barça, cuando el ritmo es el que le va -cuanto más infernal mejor-, se hace de lo más difícil de frenar. Para conseguir su propósito, el Barça necesita ir a toda máquina y rebotear, pero no sólo eso -como ya se demostró en el primer partido que perdió a pesar de sus 24 rebotes en ataque-, además de correr al contraataque con cierta asiduidad o resolver con acierto sin necesidad de consumir los 30 segundos de posesión. Ayer, por momentos, le sobraba con la mitad de ese tiempo. También requiere Aíto a sus jugadores que provoquen pérdidas de posesión al Madrid y a su público la presión ambiental que logró en los inicios del segundo tiempo, cuando al Real Madrid le entró una flojera de espanto: con un parcial de 15-0 que, unido al 37-31 del descanso, abrió una renta de 21 puntos. La presión defensiva del Barça llevaba en esos momentos a Dueñas a presionar a los aleros del Madrid en la esquina de la pista. Con eso está todo dicho. Djordjevic rompió la sequía cuando ya habían transcurrido cinco minutos del segundo periodo.

En esos momentos fue en los que quedó patente que Djordjevic se quedaba solo ante el peligro porque todos sus compañeros se quedaron petrificados. Ya en el primer tiempo su rendimiento fue desigual: Struelens estuvo desastroso de cara al aro, 0 canastas de 6 lanzamientos y Scott no capturó ningún rebote. Mijailov y Betts mejoraron ligeramente su aportación respecto al primer partido y eso mantuvo al Madrid en el partido siquiera media parte.

Lo que quedaba se convirtió en un castigo para el Madrid, al que el Barça le hincó el diente con una voracidad impresionante. Sin atender a lo mucho que quedaba, el Barça adquirió esos 21 puntos de renta y no bajó el ritmo bajo ningún concepto. Estaba muy presente el daño que había hecho el 0-1 logrado por el Madrid y el Barça no sólo se había propuesto ganar sino devolverle a su rival un golpe psicológico siempre.

Ganaba por 20 puntos el Barça, 73-53, y presionaba por toda la pista como si le fuera en ello el triunfo. Así logró elevar la renta hasta los 29 tantos (82-53). El Madrid tuvo muchos problemas para mantener el tipo y algunos de sus jugadores como Scott o Lucio Angulo, víctimas de la impotencia de su juego, fueron eliminados por feas acciones. Queda por ver qué efectos tiene para el Madrid el varapalo que ayer sufrió, la derrota más abultada cosechada por equipo alguno en una final de la ACB.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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