El Madrid, a un paso de la final
Tras un primer tiempo deslumbrante de los blancos, el Estudiantes estuvo a punto de remontar
El Madrid se ha acostumbrado a ganar, a divertirse y, a ratos, a enamorar. Tiene ganas de resolver por la vía rápida cualquier conflicto y a un paso está de conseguirlo, de colocar su nombre en el cartel de la final. Ayer amenazó con darle un baño de cuidado a un rival de la talla de Estudiantes, que durante muchos minutos vivió una pesadilla. Minutos en los que el Madrid no era un equipo. Era una apisonadora.51 puntos en la primera parte y 29 en la segunda. El dato lo dice todo y le pone números a las dos caras del Madrid, al día y la noche de un equipo capaz de dibujar una obra de arte y de ensuciarla a brochazos un ratito después. Mérito tuvo Estudiantes, por supuesto, que se rebeló ante una derrota que amenazaba con resultar humillante y que a la postre resultó digna de aplauso.
REAL MADRID 80- ESTUDIANTES 77
Real Madrid: Djordjevic (16), Alberto Angulo (11), Herreros (21), Struelens (12), Brent Scott (13), -cinco inicial-; Galilea, Lucio Angulo (5) y Betts (2).Adecco Estudiantes: Azofra (16), Thompson (3), Carlos Jiménez (12), Vandiver (11) Alfonso Reyes (15), -cinco inicial-; Gonzalo Martínez, Aisa (14) y Felipe Reyes (6). Árbitros: Martín Bertrán, Llamazares y Guirao. Unos 5.200 espectadores en el Pabellón Raimundo Saporta. El Madrid vence por un parcial de 2-0 en la eliminatoria. El tercer partido se disputará el próximo jueves, día 18, en el Palacio de Deportes.
Pasó un rato horroroso Estudiantes en la primera mitad. Todavía debe estar preguntándose qué hizo, o qué dejó de hacer, para merecer semejante castigo. Razones hay. Ahí va una: el peor Vandiver contra el mejor Scott. Y otra: 21 rebotes del Madrid por nueve de Estudiantes. Y una tercera: nueve aciertos de Estudiantes de 19 lanzamientos de tiros libres. Añadamos una última y definitiva: Djordjevic, Herreros y el mayor de los Angulo andaban con la muñeca caliente. Detalles, todos ellos, que llevaron al Madrid al paraíso. Durante muchos minutos el equipo blanco manejó porcentajes de acierto superiores al 70 por cierto. Una barbaridad. Apenas se había sobrepasado el ecuador de la primera parte y los de Scariolo ya habían colocado la friolera de 37 puntos en su casillero. Un triple estratosférico de Djordjevic, desde su casa quizá, elevó al marcador la máxima diferencia (37-20). Mantener aquel nivel de anotación se antojaba imposible. E imposible fue. Aísa maquilló el resultado antes del descanso (51-37) y Azofra se puso heroico para intentar que los suyos salieran del partido con la dignidad intacta. Y lo consiguió a lo grande.
Porque Estudiantes encaró el segundo periodo con el gesto crispado, sin ganas de cometer más disparates. En cinco minutos redujo las diferencias (58-51) y llegó a soplarle en el cogote a un Madrid dormido, cuyo acierto había pasado a mejor vida, y que se vio espectacularmente rebasado en aquello del coraje. A dos puntos se pusieron los del Ramiro (72-70), cuando faltaban dos minutos y medio. Pero la precipitación y su incompetencia desde la línea de tiros libres les privó de conseguir una remontada épica.
A un triunfo está el Madrid de colarse en la final y de asegurarse, así, su presencia en la próxima edición de la Copa de Europa. Pero el equipo blanco dejó ayer una sensación amarga. Porque fue un equipo esquizofrénico, de dos caras, de dos personalidades. Amenazó con ejecutar el partido del año y acabó a merced de un Estudiantes que quiso y supo morir con las botas puestas. Que le puso contra las cuerdas y que aireó sus vergüenzas. El Madrid es el equipo más en forma, está en racha y tiene pie y medio en la final. Pero despierta dudas. Si de aquí al final de Liga repite actuaciones como la de la primera parte, que le den ya mismo el título. Si opta por lo del segundo tiempo, que se olvide y entone, por sexta vez consecutiva, aquello de "este año tampoco".
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