El dopaje golpea de nuevo al Giro
El ruso Berzin, expulsado horas antes del inicio de la carrera por exceso de hematocrito
Las sombras del dopaje se empecinan en oscurecer las luces del ciclismo al más alto nivel. El corredor ruso Evgeni Berzin, principal figura del equipo italiano Movilvetta-Rossini, fue excluido del Giro de Italia, pocas horas antes del inicio de la carrera tras encontrar los médicos en su sangre una tasa de hematocrito superior al 50 por ciento, que es el límite máximo permitido.El exceso de hematocrito -volumen de glóbulos rojos- suele ser relacionado con el consumo de EPO -eritropoieti-na-, una sustancia que mejora la resistencia y que aumenta la cantidad de oxígeno que la sangre puede transportar.
Éste es el motivo por el que se descalificó en la penúltima etapa del último Giro a Marco Pantani, que justamente en la prueba de ayer retornaba a la actividad profesional. El italiano estuvo fuera de las pistas por más de once meses, amagando con volver varias veces, pero sin poder concretar hasta ayer el regreso que esperaba toda la afición de su país.
Contra Berzin se ha desatado una durísima reacción por parte de los dirigentes de su equipo. Stefano Giuliani, el director deportivo, anunció a la prensa la expulsión del ruso: "Conmigo ha terminado. Se acabó. No correrá más con nosotros porque nos ha decepcionado. Estoy harto de tener que seguir a los corredores hasta el cuarto de baño".
Evgeni Berzin (30 años) muestra, significativamente, en su palmarés la victoria en el recordado Giro del 94, que además lo convirtió en el primer corredor capaz de derrotar a Miguel Induráin en una gran Vuelta desde que el navarro iniciara su dominio en el ciclismo mundial y, además, en el primer ruso que conquistaba la difícil prueba italiana. Aquella vez tomó la delantera en una etapa al sur. Mantuvo el liderazgo hasta la difícil subida del Mortirolo, llegando a la cumbre con tres minutos de retraso sobre quienes conducían la carrera y desde allí, descendiendo de manera increíble, redujo la desventaja y poco más adelante volvió a obtener el liderazgo para adjudicarse al final la primera maglia rosa para un corredor de su nacionalidad.
Fue el mayor momento de gloria de Berzin, en el que los más iluminados especialistas vieron al hombre que con su frío y estiloso pedaleo destronaría al inabordable Induráin. Argumentos no les faltaban porque el ruso no era un globero, tal y como se encargaba de demostrar su palmarés -otros sobresalientes hitos en su carrera son la victoria en el 93, en la Lieja-Bastoña-Lieja; un segundo puesto en el Giro italiano del 95, y en el 96, cuando alcanzó a lucir brevemente de amarillo al frente del Tour de Francia-, pero el tiempo puso a Berzin en su sitio, muy lejos del navarro y del propio Giro. Un Giro en el que este año, una vez más, su nombre sonaba como posible sorpresa, pero que ni siquiera pudo empezar.
El ruso se mostró perplejo ante los resultados de los exámenes médicos, habituales antes del inicio de todas las grandes pruebas. "Sobre todo porque hace cinco días me hicieron unos análisis [que cada tres meses son obligatorios] y estaba absolutamente en regla, por eso no sé qué pensar. Se me ha venido el mundo abajo. Me dan ganas de abandonar todo. A los ciclistas nos condenan sin tener la mínima prueba", declaró en su descargo el propio Berzin.
El año pasado, dos corredores, el español Javier Ochoa y el italiano Nicola Loda, fueron descalificados, también antes de la salida, por el mismo motivo. Tiempo después pudo certificarse que en la sangre de Loda el nivel de hematocrito era normal.
La vida de Berzin, con un inicio profesional fulgurante que por ejemplo había hecho anunciar a Emmanuele Bombini, su ex director deportivo en el equipo Gewiss y con el que el ruso se lanzó al profesionalismo que "si se le da una pequeña ventaja a Evgeni, no lo detiene nadie", comenzó ya hace mucho tiempo a declinar. Undécimo puesto en el Giro, primero, y un vigésimo en la última edición, hablan de un retroceso paulatino, pero inexorable.
Separado de su esposa rusa a poco de conseguir la gloria en el Giro del 94, se casó con una mujer italiana varios años mayor que él, con la que vive en Italia.
Desde ayer, según los especialistas, su carrera profesional ha tomado, decididamente, el camino de la retirada.
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