El Madrid se exhibe ante un Estudiantes roto por las bajas

En un baloncesto como el actual, ruin en sus planteamientos, inundado de marcadores escuálidos, donde el espectáculo rinde pleitesía al juego defensivo, el Madrid regaló ayer a su parroquia un partido sencillamente enorme. Fulminó a Estudiantes, un gran equipo que se vio superado por un Madrid que vive en estado de gracia y con los dientes afilados. Y superado también, a qué negarlo, por sus propias carencias, herido como estaba por las bajas de Thompson y Felipe Reyes, dos jugadores de alto rango en el conjunto colegial.Aún así, Estudiantes mantuvo el tipo. Liderado por Jiménez, llegó a asustar (22-27) a un Madrid rápido en la circulación, acertado en el lanzamiento, pero patoso a la hora de buscar segundas oportunidades. Un solo rebote ofensivo capturaron los blancos durante los primeros 20 minutos, lo que aprovechó Estudiantes para soñar con una victoria que se antojaba imposible teniendo en cuenta los antecedentes -dos veces se enfrentaron esta temporada y en las dos venció el Madrid-, las bajas de los del Ramiro y el momento dulce que vive su rival, que ha ganado 16 de sus últimos 18 partidos.

Soñó Estudiantes, sí, pero a la postre se impuso la lógica. Y la lógica la imponen, hoy por hoy, tipos como Herreros y sus triples, que llegan justo cuando el enemigo se viene arriba; o tipos como Angulo y cualquiera de esas canastas inverosímiles que acostumbra a inventarse no se sabe bien cómo. O la impone, en fin, Djordjevic, cuando ejerce de sí mismo y saca de sus casillas a cualquiera que no juegue en su equipo. Y en los momentos de duda en el Madrid, que los hubo, se agigantó la figura de Galilea, un jugador impagable, que asume su papel de segundo de Djordjevic sin un mal gesto y consigue que nadie mire al banquillo en busca del serbio.

Si al descanso se llegó con un ajustado 46-41, lo que vino después fue un festival de los hombres altos del Madrid, con especial mención para Struelens, que apareció en su mejor versión para dinamitar la perseverancia, la habilidad y la clase de Alfonso Reyes, que nunca como ayer echó tanto de menos a su hermano pequeño. El rodillo madridista se hizo presente en la segunda parte y dejó el conflicto resuelto en un periquete (58-45). A partir de ahí los blancos tiraron de repertorio, se gustaron y Estudiantes vio caer el chaparrón con dignidad. Los triples de Aisa maquillaron el resultado, pero no borraron del ambiente la sensación de que para ganar a este Madrid es necesario hacerlo casi todo bien, algo para lo que ni Estudiantes ni nadie está preparado si no se lo cree y si las lesiones no le dejan en paz.