El Valencia sigue en éxtasis

En una noche enorme de fútbol, el Valencia arrolló completamente a la Real Sociedad, que no sabía dónde esconderse. Sigue en éxtasis el equipo de Cúper y ayer sumó su quinta victoria consecutiva en la Liga con una suficiencia extraordinaria. Su fútbol es más que rápido, vertiginoso. Cargado de sentido y de profundidad. Repleto de precisión. Con el estado pletórico de un puñado de sus jugadores (Kily, Farinós, Angulo, Mendieta, Piojo, Djukic, Carboni...), con una armonía de movimientos impecable, no hay nadie que se le ponga por delante. Cúper pudo darle descanso incluso a Gerard, que ni se vistió, y no se notó. El catalán anda cansado últimamente. Albelda, su sustituto, cumplió con creces, pero es que quien manda hoy en día en el Valencia no es otro que Farinós. Y el jefe acudió a la cita puntualmente.Aprovechándose de los precedentes, el Valencia le metió miedo a la Real ya de salida. La encajonó. ¡Qué susto tenía el conjunto guipuzcoano, que no se atrevía ni a pasar de la línea de mediocampistas! Metió la directa el Valencia y sacó pronto brillo a su excelente banda izquierda. Por allí anda el Kily González en un momento insuperable. No hay forma legal de frenarlo. Se larga de todos los defensores por velocidad. Les dice hola y adiós. El Kily además se suele asociar tanto con su compatriota el Piojo López como con Angulo, con lo que la rapidez se multiplica por tres. Así se gestó el primer gol local. Con una jugada casi calcada a la del segundo tanto del martes ante el Barcelona: se escapa el Kily, penetra y su centro raso y potente lo desvía a a gol Angulo con un giro del tobillo. Tic. Mestalla sintió que la mágica noche del pasado martes tenía ayer su continuación. Después se repitó otra jugada igual al cuarto tanto ante el Barça. O casi. Carboni dejó un par de rivales a sus espaldas y cedió atrás al Piojo, que esta vez pifió el disparo.

Puesto que Carboni vive a sus 35 años una segunda juventud, el resultado es que el Valencia habitó su carril zurdo durante casi toda la primera parte. En parte también porque en el derecho afronta dos inconvenientes: el primero es que Angloma parece extenuado; y el segundo es que Mendieta no se halla a gusto pegado a la cal, por lo que tiende a marcharse al centro. De modo que si Farinós alza la vista desde el centro del campo, por ese lado, el derecho, no pasa nadie. Angloma se encuentra demasiado atrás y Mendieta demasiado centrado.

Por si las moscas, Farinós decidió abrir brecha en el marcador. Y nada más comenzar la segunda parte, el jugador valenciano arrancó desde el centro del campo como una locomotora, esperó el desmarque del Piojo, y cuando se produjo, allí se la envió. En carrera, ya se sabe. El Piojo encara al portero, se lo regatea con un toque largo y marca. Cuántas veces lo ha hecho en estos cuatro años como valencianista. Uno diría que cientos. La jugada de Farinós, por cierto, no le gustó ni un pelo a Clemente, que a continuación envió a la ducha a Gómez, se supone que por permitir el despliegue del valencianista.

Restaba media hora de juego y Cúper, asegurada la quinta victoria consecutiva, empezó a economizar. Retiró al Piojo y permitió el regreso de Ilie. Sustituyó al Kily González y le dio paso a Milla. El público, extremadamente complacido, repartía ovaciones a diestro y siniestro. A unos porque se iban; a otros porque llegaban. Puestas las estrellas argentinas a remojo por parte de Cúper, el resto de sus compañeros siguió recreándose. Luciéndose sin perder tiempo. Hay que aprovechar estos instantes. Así que Carboni lanzó magistralmente una falta enroscada que se coló por la escuadra ante el asombro de la grada. El público se alzó para agradecerle al italiano el esfuerzo y el acierto. Ambos sublimes. Ilie, en cambio, demostró estar a años luz de sus compañeros. Su juego es más bien pobre y mucho tendrá que esperar para volver a actuar desde el inicio. Clemente optó entonces por sacar a algunos de los buenos, que se habían quedado en el banquillo: De Pedro y De Paula, por ejemplo. Pero daba igual unos que otros. El Valencia vive en éxtasis y hubieran hecho falta tres como la Real para haberlo frenado. Mendieta, que no quería despedir la fiesta sin uno de sus grandes recuerdos, la cerró con una volea cruzada tras un gran centro desde la otra banda, la izquierda, de Farinós.