Una oportuna indisposición
El portero Olsen se quitó del cartel de la opereta Sevilla-Oviedo
El portero que en enero llegó del frío al Sevilla sucumbió en la tarde del domingo a una cuantas décimas de fiebre y a un par de chubascos repentinos, según la versión oficial del Sevilla. Pero lo que parece que superó a este espigado guardameta noruego de 32 años (Stavanger, Noruega, 1967) fue la pantomima que su equipo escenificó ante el Oviedo en el Ramón Sánchez Pizjuán, con la aquiescencia de la mayoría de aficionados allí presentes.Tras un primer acto en el que fue fusilado a placer al menos una quincena de veces por los delanteros del Oviedo, entre los gritos de una afición que le pedía que se dejara, Olsen se vio desbordado. Así, después de encajar un polémico gol que transformó Paulo Bento sin ninguna oposición rival, el portero noruego debío pensar que para cantadas las de la ópera, género al que es muy aficionado -canta de forma amateur-, y del que no se pierde cuanta representación se hace en la ciudad. En el descanso, el delegado del Sevilla, Ramón Rodríguez Monchi, justificó la sustitución de Olsen por el segundo portero del filial apelando a que el noruego había sufrido un repentino acceso febril.
Olsen no lo quiso reconocer en su comparecencia de prensa de ayer -prefirió guardar silencio-, pero lo cierto es que se quitó del cartel porque no quiso aceptar una opereta que le llevó a consumar su descenso. Y todo para saldar viejas afrentas con el vecino, un Betis que demostró en Mallorca (4-0) que él solito se basta para descender.
Todo demasiado pasional e incomprensible para un ciudadano del norte de Europa que recuerda que siendo más joven fue incapaz de elegir profesionalmente entre los dos equipos de su ciudad natal -el Viking y el Vidar- y que optó por ser hincha del Luton Town, equipo de la Tercera inglesa. Un portero que tras 15 años de carrera repartidos entre el Rosemborg y el Stabaek abandonó Noruega -donde es portero titular de la selección, con la que jugará la próxima Eurocopa- y aceptó el reto de jugar cedido en un Sevilla del que sólo conocía que ya en enero era colista de Primera. Su ausencia en el segundo tiempo se justificó con una repentina indisposición, pero más bien obedeció a un acceso de ética profesional que impidió a Frode Olsen ser partícipe de un esperpento cuando él con lo que realmente disfruta es con las grandes óperas.
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