El Valencia toca el cielo
El equipo de Héctor Cúper pasa a semifinales tras un excelente partido de Cañizares, que evitó la remontada del Lazio
El Valencia vivió un calvario en Roma, pero logró un éxito histórico que se ha merecido a lo largo de una trayectoria brillantísima: clasificarse para semifinales de la competición más glamurosa. Ayer, sin embargo, el equipo de Cúper sólo pudo sobrevivir. Que no es poco. El Lazio le impuso un ritmo tremendo al partido, jugó con mucha agresividad y se encontró con la complacencia del árbitro, que no puso límites a la tunda lazial. El árbitro, además, le anuló un gol legal a Gerard y eso mantuvo la tensión hasta el último instante.El equipo romano, en cualquier caso, superó ampliamente a su rival por las bandas, sobre todo por la de Conceiçao, que aprovechó las dificultades del central Björklund para asumir el encargo de cubrir un costado. Al Valencia lo sostuvieron sus dos centrales, Djukic y Pellegrino, pero sobre todo Cañizares, que estuvo espléndido.
LAZIO 1VALENCIA 0
Lazio: Marchegiani; Negro, Nesta, Mihajlovic, Pancaro (Mancini, m. 75); Conceiçao, Almeyda (Simeone, m. 81), Nedved (Inzaghi, m. 46); Verón; Boksic y Salas.Valencia: Cañizares; Angloma, Djukic, Björklund, Pellegrino; Mendieta (Albelda, m. 68), Farinós, Gerard, Kily González; Angulo (Òscar, m. 80) y Claudio Piojo López. Árbitro: Dick Jol (Holanda). Amonestó a Kily González, Pancaro y Cañizares Goles: 1-0. M. 51. Verón lanza un tremendo disparo con la derecha desde fuera del área que entra por la escuadra izquierda de Cañizares. Unos 70.000 espectadores en el estadio Olímpico de Roma.
El partido fue muy desagradable para el Valencia, de principio a fin. El grupo de Cúper pagó la lesión de Carboni, que obligó a colocar en el lateral izquierdo a Björklund, y también la baja forma de Mendieta, que acaba de salir de 31 días de ausencia por lesión. Cúper, apostado junto al banquillo, pasó una tensión descomunal y sólo respiró en el tramo final, cuando el Lazio había hecho todo el desgaste y la entrada de Albelda le había dado cierto oxígeno a su equipo.
Para apoderarse del choque, el Lazio propuso en primer lugar un duelo muy agresivo en el centro del campo y a continuación se impuso claramente en las dos bandas a través de sus dos brillantes interiores, Nedved y Conceiçao. Así consiguió asfixiar al Valencia, que salvó la primera parte por la seguridad de Cañizares y de los dos centrales, Djukic y Pellegrino. Almeyda y Verón repartieron estopa a su libre albedrío, sin que el árbitro holandés osara amonestar tal reincidencia. El centro del campo del Valencia, en cambio, actuó con cierta blandura, especialmente Gerard, tal vez porque estuvo fuera del choque desde que en los primeros minutos recibiera un golpe en la cabeza. El capitán Mendieta, molido a patadas por su tendencia a conducir el balón, todavía no está fino y eso lo acusó su equipo. En cuanto a Kily, resultó sacrificado por Cúper en una posición de medio lateral, medio interior que no le permitió desarrollar su excelente llegada. Sólo Farinós y Angulo supieron replicar a la propuesta del Lazio con cierto vigor.
Eriksson tiró la casa por la ventana tras el descanso y dio salida a Simone Inzaghi por Nedved para jugar con tres delanteros. El Valencia siguió del mismo modo, lo que significaba una presencia escasa en ataque, aunque peligrosa. El Piojo y Angulo se movieron con criterio pero falló la llegada del tercer hombre, que llegaba siempre tarde o mal. También porque estaba Nesta, que es un defensa extraordinario y cuya ausencia en Mestalla se entiende ahora como decisiva para la eliminatoria.
El Lazio acabó de gobernar el encuentro cuando Verón lo rompió con un trallazo desde unos 30 metros que sorprendió a Cañizares. Habían trascurrido seis minutos del segundo periodo y el estadio Olímpico vio posible la remontada. Rugió la hinchada lazial y el conjunto de Eriksson se comió completamente al Valencia, que ya era diminuto. En esos instantes, Cúper mandó a calentar a Albelda, el hombre de más coraje de la plantilla. El equipo hacía agua en el centro del campo, donde Gerard y Mendieta vivían una noche espantosa, totalmente superados por la agresividad local. Eso, en gran medida, es lo que le espera a Gerard el año que viene si se va al Milan.
Estaba muerto el Valencia y se encomendó a Cañizares, que paró de nuevo ante Inzaghi y más tarde ante Negro. Cada pelota que se iba fuera del terreno de juego era un alivio para el Valencia, que sólo quería que aquella pesadilla terminara. El tiempo, sin embargo, pasaba lentísimo mientras Conceiçao entraba una y otra vez por el extremo derecho. El árbitro, por si fuera poco, a instancias de un árbitro asistente, le anuló por fuera de juego un gol perfectamente legal a Gerard, que remató un centro desde la izquierda del Kily González.
El tanto anulado, en cualquier caso, supuso una válvula de escape para el Valencia, que halló cierto aire y pudo salir de la cueva. También la entrada de Albelda contribuyó a la descompresión, pues eso le dio al equipo alguien de más contundencia en el centro del campo, que era por donde se desangraba. Nesta, sin embargo, hizo un partido espléndido y él solito deshizo casi todas las acciones atacantes del Valencia. Casi todas. Hubo una magistral de Angulo, que salió de un baldosín en el córner, dejó tirados a dos defensas italianos y su pase atrás lo desaprovechó Gerard con un disparo alto. Angulo impuso entonces su privilegiado físico para aprovecharse del desgaste lazial.
El Lazio, como último recurso, recurrió al veterano Mancini, jugador y segundo entrenador, pero resultó poco argumento.
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