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El joven muerto en Torrejón por un tren jugaba a desafiar a los convoyes en la vía

José María M., el chico de 15 años que murió atropellado por un tren la noche del pasado domingo en Torrejón de Ardoz, fue víctima de un juego peligroso. Él y cuatro amigos se divertían desafiando a los convoyes, para ver quién de ellos aguantaba a pie firme antes de echar a correr, según confirmaron ayer fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. José María quedó destrozado al no advertir la llegada de otro tren a sus espaldas.Chema, como era conocido en el barrio, pereció arrollado por un tren de cercanías. Sus cuatro amigos consiguieron saltar delante del primer tren y cruzar todas las vías sin riesgo. Chema se rezagó por mirar hacia atrás para hacer un gesto a una chica que contemplaba la escena. Perdió unos segundos respecto a sus colegas y no se dio cuenta de que por la vía contigua se aproximaba otro tren a sus espaldas. Sus amigos relatan que le gritaron desesperadamente para avisarle, pero el chico no oyó por el estruendo de los vagones.

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Según los testigos, Chema saltó la vía delante del tren de mercancías que se dirigía hacia Alcalá de Henares. Tras ese brinco se encontró con otro de cercanías que circulaba en sentido a Madrid. El chico no reaccionó. Se vio atrapado entre los dos trenes. Se asustó y retrocedió. El mercancías le golpeó en la pierna. El chico voló cuatro metros hasta que fue arrollado por el convoy de cercanías. El conductor de éste asegura que se percató de la presencia del chico y que hizo señales acústicas y accionó el freno de emergencia, pero no pudo evitar la tragedia. Chema, estudiante de segundo de ESO, murió en el acto.

Después del accidente, el cercanías se detuvo frente al puente de Torrejón conocido como Risi. Dos vigilantes bajaron de la máquina de cabecera y lograron retener a varias chicas y chicos, todos menores, que acompañaban a Chema. Los amigos, abatidos, confesaron que trataban de divertirse aguantando el tipo ante los trenes. "Siempre lo hacíamos delante de los mercancías porque son lentos", explicó uno de los adolescentes, "pero esta vez vino un tren en otro sentido y Chema no supo reaccionar".

Amigos del fallecido reconocen que aguantaban en la vía hasta que los trenes estaban a 30 metros

Dos de los chicos que acompañaban a Chema han declarado en la comisaría de policía de Torrejón. Los amigos ofrecieron versiones similares. Ambos explicaron que se encontraba tirada la valla de seguridad en el lugar donde juegan delante de los trenes, a la altura del kilómetro 24 de la red ferroviaria. Allí existen cuatro vías. Las dos exteriores no son empleadas para el tráfico por Renfe. En las dos centrales, las números dos y tres, según reconocen los chicos, suelen jugar a "cruzar los raíles cuando se acerca al tren, dando siempre una distancia suficiente para quedar fuera de la vía viendo cómo pasa luego el convoy".Los chicos jugaban a brincar las vías y salir corriendo "cuando ven que el tren está a unos 30 o 40 metros" de distancia. Así se divierten durante tres o cuatro veces al día, pero siempre delante de los lentos trenes de mercancías, que no llegan a superar los 60 kilómetros por hora.

Uno de los amigos de la víctima explicó que Chema se quedó "como indeciso a medio camino. Intentó retroceder y saltar, pero fue golpeado por el tren, que le derrumbó hacia el otro. Le gritamos, pero no oyó nada", explicó.

Velocidad baja

Los chicos aseguran que no se juegan la vida: "Es una diversión, pero siempre sabemos calcular el tiempo de paso de los trenes, sobre todo el de los mercancías, que van a una velocidad más baja que la de los que se dirigen a Barcelona o los de Cercanías. Yo lo había hecho muchas veces y suelo mirar hacia todos los lados antes de saltar la vía delante del tren, para comprobar que no viene otro en el otro sentido", comentó otro menor.

También aclararon que nunca hubo dinero por medio. "Nunca hemos hecho apuestas, sólo alguna vez hemos comentado en broma algo de dinero, pero sólo era una broma", reiteró uno de los chavales.

Un amigo de Chema reconoció el mismo día del trágico suceso que los jóvenes también juegan a subirse a los trenes de mercancías cuando están en marcha. "Lo hacemos por la parte de detrás porque el tren va despacio", aseguró.

Según la policía, un vigilante jurado también ha declarado que no era la primera vez que los menores saltaban las vallas y que en alguna otra ocasión tuvo que gritarles para que no lo hicieran.

Varias amigas del fallecido depositaron ayer por la mañana un ramo de flores en el lugar del accidente. Alguno de los íntimos de Chema confesó ayer tarde que a veces también juegan a subirse a los mercancías en marcha.

Los vecinos que viven cerca de la estación desconocían los arriesgados juegos de los chicos, aunque sabían que se reunían allí para divertirse.

Un familiar del fallecido aseguró que sus padres conocían que el grupo de adolescentes solía jugar por la zona. "Sabíamos que cometían alguna imprudencia, pero nunca sopechábamos que pasaban delante de los trenes", indicó.

Adrián Larios, de 15 años, estaba ayer estupefacto y dolido por la muerte de su amigo Chema. Fue a visitar el lugar del atropello mortal. Junto a las vías en las que perdió la vida su amigo explicó: "Cuando me lo dijeron, no me lo creía; hasta que vi a las chicas del grupo llorar no me lo creí". "Pero ahora sé que es verdad, que lo hemos perdido para siempre", añadió.

Larios aseguró que él nunca jugó a desafiar al tren porque le da "mucho miedo". "Yo ya les advertí de que cualquier día iban a tener un susto, pero nunca me llegué a imaginar que ese susto iba a ser tan grave", advirtió. "Es verdad que los chicos se cogen por detrás a los trenes de mercancías", aseveró.

Este chaval explicó que el lugar donde fue atropellado Chema es un paso habitual para los chicos, que cruzan al otro lado de las vías para ir a comprar golosinas o bebidas a una tienda. "Así se evitan un rodeo hasta el puente de Risi -nombre de una fábrica-", afirmó. El trayecto por el puente supone un añadido de unos quince minutos con respecto al que cruza las vías. "Luego vienen aquí y se juntan en un sitio pegado a las vías para pasar el rato", concluyó.

El difunto José María M. vivía en un piso bajo de la calle de Copenhague. Estudiaba en el colegio público Severo Ochoa, de Torrejón de Ardoz, centro educativo situado justo enfrente de su casa, y al que iba caminando cada mañana. Tiene una hermana y un hermano. Varios amigos recordaban ayer que era aficionado a la música rap.

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