El Athletic se suicida en Anoeta
La Real aprovecha los errores defensivos rojiblancos y las ocurrencias de Luis Fernández
Cuando un equipo consigue durante 15 partidos consecutivos salir invicto de su enfrentamiento con otro, el asunto traduce algo más que estadística. Fuerza mental, actitud, entrega, concentración, ansia de ganar y circunstancias accidentales podrían explicar por qué la Real no pierde con el Athletic y es capaz de traducir en goleadas inverosímiles un par de argumentos futbolísticos.Algo tiene que ver el Athletic en el embrollo. Un equipo que se apropia del balón, domina el juego e invade el campo durante 45 minutos y acaba goleado por un rival, la Real Sociedad, que apenas firmó una rutinaria hoja de servicios.
La ocurrencia se ha instalado en el Athletic como una pesada losa. Un equipo sin gol, prescinde de Urzaiz ( el elemento a recuperar), castigado por discrepancias personales con el entrenador. Todos y cada uno de los ataques del Athletic concluyeron en centros aéreos que nadie remató. Tuvo que llegar Pikabea y poner el zancajo, en un saque de esquina, para que lograse el gol. Todo un ejercicio de impotencia.
REAL SOCIEDAD 4ATHLETIC 1
Real Sociedad: Alberto; Corino (Fuentes, m. 17), Pikabea, Gurrutxaga, López Rekarte (De Paula, m. 45); Gómez; Sa Pinto, Khokhlov, Aranburu (De Pedro, m. 70), Aranzabal; y Jankauksas.Athletic: Lafuente; Larrainzar, Lacruz, Carlos García, Larrazabal, Felipe; Urrutia (Javi González, m. 88), Guerrero (Imaz, m. 73), Alkiza (m. Edu Alonso, m. 54); Etxeberria y Ezquerro. Goles: 0-1. M. 34. Pikabea marca en propia puerta en un saque de esquina de Guerrero. 1-1. M. 35. Aranzabal bate a Lafuente de tiro raso. 2-1. M. 50. Error clamoroso en el despeje de Carlos García y Khokhlov empalma a puerta vacía. 3-1. M. 56. De Paula se lleva el balón con el brazo y marca. 4-1. M. 89. De Paula, de cabeza, en un saque de esquina. Árbitro: Dauden Ibáñez. Expulsó a Larrazabal por doble amonestación (m. 67) y mostró tarjetas amarillas a Felipe, Guerrero, Alkiza, Lacruz, Sa Pinto y Jankauskas. 29.000 espectadores en Anoeta.
La ocurrencia, a diferencia de la inteligencia, no tiene límites. Y Luis Fernández se soltó el pelo en su último derby en Anoeta. Cuando la Real había dado vuelta al resultado en dos monumentos a la ineficiencia defensiva, decidió robarle al partido su mejor futbolista, Alkiza. Clemente y sus muchachos lo agradecieron. El Athletic desapareció del partido y surgió la Real con tanta humildad como acierto.
Cada vez que Luis Fernández improvisa, el terremoto se avecina. Y lo hace a menudo. Improvisa la defensa (pocas veces repetida) y los agujeros crecen. Ayer tiró cuatro veces el fuera de juego y en las cuatro fracasó. Regaló los cuatro goles de forma tan parvularia que hasta Daudén Ibañéz les castigó con su indiferencia al permitir que De Paula acunara ostentosamente el balón con el antebrazo antes de batir a Lafuente. La línea más cara del Athletic es hoy la más desacreditada. Mucho tiene que ver Luis Fernández (con el atenuante de las lesiones) en el asunto.
Lo de Alkiza fue un caso de suicidio de un técnico demasiado aleatorio. Hasta su marcha, la Real se había comportado como un equipo timorato, típicamente clementista: apelotonado, físico y concediendo a Gómez (el centrocampista defensivo) todo el peso del partido.
Un equipo roto
Entre Alkiza, Guerrero y Etxeberria habían reducido a la Real a la condición de equipo animoso y taciturno. Un conjunto que disparó una vez a puerta y marcó un tanto, cuando el Athletic seguía festejando el autogol de Pikabea.
Clemente hizo lo habitual: sustituir a un defensa por un delantero, De Paula, que al Athletic se le da muy mal. Carlos García, el único valor consolidado de la defensa rojiblanca, decidió sumarse al despropósito colectivo y convirtió un despeje franco en un compromiso para su portero que Khokhlov facturó con tacto. Lo cierto es que la Real, sin jugar al fútbol, sin salir de la cueva, se llevaba el partido sin necesidad de agarrarlo del cuello.
Luis Fernández se lo entregó en bandeja. La sustitución de Alkiza, el futbolista que controlaba la recuperación y el tránsito razonable del balón, partió al Athletic en dos y por su pasillo circuló la Real hasta consumar la goleada.
El resto lo hizo el árbitro, al conceder el gol ilegal de De Paula y decretar la rigurosísima expulsión de Larrazabal, para que el derby vasco, hueco de argumentos futbolísticos, tuviera motivos para la polémica.El final fue patético. El Athletic reservando futbolistas para afrontar un final de liga temerario y Luis Fernández incluyendo a Imaz como delantero centro, en sustitución de un Guerrero desolado.
Sólo la Real disfrutaba del acontecimiento y Clemente decidía otorgar unos minutos a De Pedro, que fue recibido con división de opiniones al sustituir al joven Aranburu.
La grada, blanquiazul por los cuatro costados (el derby no tuvo más colorido por la desidia rojiblanca) festejaba su decimoquinto motivo de felicidad. Luis Fernández se marcha sin ganar a la Real Sociedad. Una anécdota ante lo que se le viene encima. El Athletic, a cinco puntos del descenso, es un equipo roto, sometido a las ocurrencias de su técnico. La Real, respira y disfruta.
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