Los españoles sostienen al continente
Jiménez, Olazábal y Sergio ganan sus partidos y propician el empate frente a las islas
Terminó la segunda jornada (jugada a medias, sólo los fourballs, porque el diluvio cayó sobre Sunningdale y hasta las dos de la tarde no se pudo empezar a pisar el campo), pero nada: ningún apostador puede pensar en capitalizar su inversión, tampoco Severiano Ballesteros, el profeta de Europa continental, tampoco Colin Montgomerie, el escocés capitán de los de las Islas Británicas, pueden decirle al otro: ves cómo tenía razón. Nada: el Trofeo de Severiano Ballesteros, el enfrentamiento entre los mejores golfistas del continente y las islas, sigue empatado. Dos a dos, ayer. Seis a seis, en el marcador general. Sergio García sigue al pleno: tres partidos jugados, tres victorias (como el inglés Lee Westwood en al campo rival, por otra parte). Y Jiménez y Olazábal terminaron (pronto, en el hoyo 13º) sonriendo. ¿Qué más se puede pedir?
Hubo un cierto empecinamiento, muy ballesteriano por otra parte, en mantener en pie a la pareja española pese a que las víspera no funcionara perfectamente, y, además, en soltarla al campo la primera de todas, para marcar el paso de los continentales. Jiménez y Olazábal, claro, siempre han sido los aliados ideales de Ballesteros en tiempos de Ryder. Así que el cántabro conoce su sangre, su espíritu competitivo, su necesidad de revancha. Así que les dijo algo así como: "Venga, a por ellos". Ellos eran Colin Montgomerie y Ian Woosnam, claro, los mismos que en los foursomes habían derrotado a la pareja española, los portaestandartes de los rivales. Un galés y un escocés coriáceos y pugnaces. O eso decían: ayer fueron de arenilla.
Cuando terminaron, hace una semana, el Masters las caras de Olazábal y Jiménez eran dos máscaras mohínas y silentes. Los dos arrastraban los mismos pesares: incomprensión de los greens, falta de tacto, nulas sensaciones a la hora de usar el putter. Cuando terminaron ayer, el malagueño y el guipuzcoano eran como dos alegres colegiales, juveniles y desenfadados. Declaraciones de amor: "Jugar con Josemari es muy fácil", decía Jiménez. "Qué va, qué va, jugar con Miguel Ángel sí que es fácil". Claro, habían jugado muy bien, casi perfecto. Le habían dado bien con el driver, muy bien con los hierros, y las habían enchufado con el putter. Increíble: Olazábal, siete birdies en los 13 hoyos jugados; Jiménez, cuatro. Y Montgomerie y Woosnam, allí, perdidos. Partido ganado por seis golpes de diferencia a falta de cinco hoyos.
"Hemos ganado por paliza, menuda goleada, una dulce venganza", decían ambos. "Pero lo importante es que los demás partidos también puedan ganarlos los compañeros, aunque sea por la mínima".
Por la mínima hubo una victoria continental. Y hubo también dos derrotas en la banda de Ballesteros.
Las buenas relaciones hispano-nórdicas continuaron y Sergio García, emparejado con el danés Thomas Bjorn, su tercer compañero en tres partidos, pudo sumar su tercer punto. Fue una victoria sufrida, peleada contra la lluvia y contra el viento, en greens encharcados y en calles impracticables. Llegaron a ir ganando por dos hoyos en el 13º, pero John Bickerton y Phil Price remontaron. Y fue el danés, el nervioso que no dio una el primer día, quien dio la victoria a los continentales con un gran birdie en el 17º que desempató el partido.
Hoy, si da tiempo, se jugarán los cuatro partidos de greensomes (se juega la mejor bola tras el primer golpe) y los 10 individuales.
Resultados:
Fourballs de la segunda jornada. Continente, 2. Gran Bretaña e Irlanda, 2.
Jiménez y Olazábal (Continente) derrotan a Montgomerie-Woosnam (Gran Bretaña e Irlanda), por 6 y 5. Lawrie y Orr (GB e I), a Sandelin y Karlsson (Continente), por uno arriba. Bjorn y García (Continente), a Bickerton y Price (GB e I), por uno arriba. Clarke y Westwood (GB e I) a Cejka y Van de Velde (Continente), por 3 y 1.
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