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Los primeros datos avalan el éxito de la semana de 35 horas en Francia

Un mes después de su entrada en vigor, la semana laboral de 35 horas en Francia está lejos de acarrear la catástrofe dibujada por la patronal y buena parte de los economistas. Al contrario, la experiencia muestra que, en el actual ciclo expansivo, la reducción del tiempo de trabajo está teniendo un impacto mínimo en el coste laboral y repercute positivamente en la confianza ciudadana, en el consumo interno, en la creación de empleo y en el crecimiento económico.

El Instituto Nacional de Estadística (Insee), nada sospechoso de complacencia hacia las 35 horas, sostiene en su último informe que el sobrecoste de la hora de trabajo, derivado de la reducción de la jornada laboral y del mantenimiento de los salarios, supone únicamente un 0,5% .Según este organismo, la temida penalización a la economía empresarial queda largamente compensada por la moderación salarial que facilita la ley, por el aligeramiento de las tasas fiscales aplicadas a los salarios y los incentivos a la contratación, por el incremento de la productividad y por la flexibilidad laboral.

El estudio tiene en cuenta que el impacto es todavía relativo puesto que, durante el actual régimen transitorio, las horas extraordinarias trabajadas entre las 35 establecidas y las 39 de la anterior semana laboral están penalizadas con sólo un 10%.

El coste de la hora de trabajo aumentará, sin duda, al término del período transitorio, pero los expertos del Insee creen que los efectos negativos de la ley quedarán absorbidos sin problemas, en el caso de que el crecimiento económico se prolongue en los próximos años -se apunta un 3,7% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2000- y se mantengan los mismos niveles de aumento de la productividad.

Pese a los augurios de una patronal que anunciaba "pérdidas de mercados" y desastres en cadena, las empresas, generalmente fortalecidas por el crecimiento actual, no han tenido que recurrir hasta ahora al aumento de los precios.

Los economistas del Insee certifican, por otra parte, que los salarios han aumentado un 2%, mientras que la inflación se mantiene en el 1%. La creación de empleo supera claramente la tasa de crecimiento del 3,4% registrado en 1999, lo que viene a confirmar indirectamente el impacto de la ley en la disminución del paro.

Sin avalar los anuncios oficiales que atribuyen a las 35 horas la creación o preservación de 180.000 empleos, el Insee indica que durante el pasado año la reducción del tiempo de trabajo permitió la creación de unos 50.000 empleos, cifra importante, en todo caso, puesto que supone el 13%.

Concebida en años de penuria de empleo y de recesión, la semana laboral de 35 horas ha encontrado un aliado mayor en el fuerte crecimiento económico del país. Por primera vez desde 1992, el número de parados franceses ha bajado de la barrera de los 2,5 millones y la tasa de desempleo debe caer en los próximos meses por debajo del 10% de la población activa.

Oposición de la patronal

La implantación por ley de la semana de 35 horas desató la oposición rotunda de Medef, la patronal francesa, cuyo presidente, Ernest-Antoine Seillère, la consideró casus belli. A raíz del enfrentamiento, por considerar los empresarios excesivo el intervencionismo del Gobierno de la izquierda plural de Lionel Jospin, la patronal decidió romper unilateralmente el pacto alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial para gestionar, de forma paritaria con los sindicatos, los distintos organismos de la Seguridad Social.

La patronal dio de plazo hasta final de año para que el Gobienro modifique su política y animó a sus asociados a poner trabas legales de todo tipo para impedir que la ley de las 35 se aplicase en su integridad.

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