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Privilegio de los fuertes

En política la ambigüedad es un privilegio de los fuertes. Los partidos pequeños o los grandes que pasan por una situación difícil no pueden permitirse el lujo de ser ambiguos.En las pasadas elecciones hemos podido comprobarlo de manera fehaciente. No hay ningún partido que haya sido tan ambiguo como el PP. El PSOE, a través del pacto con IU, definió con precisión con quién formaría gobierno en el caso de que hubiera una mayoría de izquierda y emplazó reiteradamente al PP a que dijera en la campaña electoral con quién se aliaría para gobernar. El PP, por el contrario, mantuvo la ambigüedad sobre su política de pactos, limitándose a excluir al PNV mientras se mantuviera en el Pacto de Lizarra, dando implícitamente a entender que mantendría su alianza con CiU y con CC, pero buscando subrepticiamente la mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin las hipotecas de la anterior legislatura. Los resultados han confirmado sin ninguna duda el acierto de su táctica ambigua. Pero el PP ha acertado, porque además de ser un partido grande, se encontraba en un momento en el que el viento le era favorable. La ambigüedad no desconcertaba a los electores, sino que cumplía una función completamente distinta y positiva para dicho partido: contrarrestaba los recelos que pudieran existir en la sociedad española sobre el autoritarismo del PP y sobre el uso que pudiera hacer de una futura mayoría absoluta.

En esa situación, en España, únicamente se encuentra el PP. Los demás partidos, tanto de ámbito estatal como de ámbito regional, se encuentran en posición muy difícil. La del PSOE e IU es sumamente visible y viene siendo subrayada por todo el mundo desde la misma noche electoral. Pero no menos difícil es la situación en la que se encuentran los dos grandes partidos nacionalistas: CiU y PNV.Tras el 12-M, el PP se encuentra con que no sólo él está fuerte, sino que los demás están débiles. Esta combinación de fortaleza propia y debilidad ajena le va a permitir diseñar una política para desalojar del poder al PSOE en Andalucía y al PNV en el País Vasco, que ya está en marcha. El acoso permanente al lehendakari con la finalidad de acortar la legislatura en el País Vasco y la fiesta mitin de Sevilla de hoy mismo son buenos indicadores de dicha política. El País Vasco y Andalucía son los dos próximos objetivos del PP.

Dicho de otra manera: una vez cobrados los dividendos de la ambigüedad, el PP está diseñando una política clara y nada ambigua para aquellas comunidades que no gobierna, colocando en una posición sumamente desventajosa tanto al PNV como al PSOE en Andalucía, a los que pretende quitar la iniciativa a pesar de estar en mayoría. En el País Vasco lo está consiguiendo. En Andalucía todavía no, pero puede conseguirlo. De momento la pelota está en el tejado del PSOE, que tiene que formar Gobierno y decidir qué Gobierno. Un resbalón puede tener consecuencias fatales.

JAVIER PÉREZ ROYO

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