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Clos propugna a Maragall como presidente ejecutivo y a Montilla como primer secretario

Enric Company

El alcalde de Barcelona, Joan Clos, expresó ayer su apoyo a que el aspirante a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, ocupe la presidencia del PSC y el actual secretario de organización, José Montilla, acceda a la primera secretaría en sustitución de Narcís Serra. Pero dando por supuesto que la presidencia del partido dejaría de ser un cargo meramente representativo y se convertiría en una responsabilidad "con peso ejecutivo". Con esta declaración comienza lo que probablemente será una cascada de opiniones favorables a esta fórmula.

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"Creo que hay un conjunto muy amplio del partido al que le gusta esta solución", dijo el alcalde de Barcelona en una entrevista en TV-3, refiriéndose a la fórmula Maragall-Montilla.Pero el alcalde admitió que su viabilidad depende de que quede suficientemente claro que el presidente del partido no es una figura decorativa. "En las nuevas soluciones que buscaremos para el PSC es importante que el presidente, si éste es el nombre que damos al cargo que ocupe Maragall, tenga un peso más ejecutivo, porque es el candidato a la presidencia de la Generalitat", afirmó.

El alcalde se refería a que difícilmente puede aspirar a presidir el Gobierno quien antes no ha podido dirigir su propio partido. Éste es el dilema al que se enfrentan tanto Maragall como los dirigentes territoriales del PSC que controlan su organización y tienen a Montilla, uno de ellos, como representante natural. El pacto entre ambos aparece como la única fórmula que puede obtener el apoyo del congreso del partido. Pero sólo será creíble si se garantiza que Maragall no será un rehén en manos del aparato territorial controlado por Montilla.

Condiciones

Tras destacar que Maragall es la figura con que el PSC cuenta para alcanzar el Gobierno de la Generalitat, Clos afirmó que es "muy importante" que pueda "sentirse confortable en esta posición y pueda desarrollar su tarea política". En este momento no se sabe qué condiciones son necesarias para que pueda darse esa confortabilidad de Maragall. Se supone que sobre esta cuestión tratan las negociaciones que se llevan a cabo entre bastidores.

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De estas negociaciones sólo ha trascendido, precisamente, que la pareja Maragall-Montilla es la propuesta que se ofrecerá a los delegados en el congreso del 16 de junio.

Esta toma de postura de Clos es la primera de una figura de relieve desde que Serra inició las consultas internas para consensuar una propuesta. El alcalde de Barcelona es el más destacado exponente del grupo de dirigentes del PSC que ocupan cargos institucionales y suelen mantenerse a distancia de las pugnas internas del partido.

Hace una semana, el alcalde de L'Hospitalet de Llobregat, Celestino Corbacho, se apartó de la carrera por la primera secretaría y declaró que Montilla, que es alcalde de Cornellà de Llobregat, le parecía un buen candidato.

A estas posiciones se sumaron ayer otros dos alcaldes de poblaciones importantes, Jordi Valls, de Manresa, y Lluís Pérez, de Reus. El primero de ellos declaró a EL PAÍS que "el tándem Maragall-Montilla refleja bien la realidad del partido" desde el punto de vista social y político. "Por una parte", dijo, "Maragall es la expresión del socialismo catalanista, y por la otra, Montilla forma parte de la cultura de la inmigración, que ha sido y es tan importante para este país". Valls celebró con un "ya era hora" que una persona como Montilla, que es un cordobés afincado en Cataluña en 1970, ocupe en el PSC un cargo de tanta significación política como la primera secretaría.

Lluís Pérez destacó que el acceso de Maragall a la presidencia del PSC obligaría a "revisar" sus funciones y a dotarla de "competencias específicas". El actual presidente del PSC es Raimon Obiols, que lo ocupa desde el último congreso. Pérez afirmó que Montilla "ha acreditado cintura política y capacidad de diálogo" durante la etapa en que ha ejercido como secretario de organización y eso le habilita para la primera secretaría. Dijo también que comparte con él la consideración de que el partido es un un "elemento troncal" en el proyecto socialista y la convicción de que debe "mantenerse abierto a la sociedad".

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