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LA INDUSTRIA ELECTRÓNICA Y LAS TELECOMUNICACIONES Impactos de las tecnologías de la información en la 'nueva economía' JESÚS BANEGAS

España no puede seguir dejando al azar su porvenir tecnológicoe industrial si quiere converger realmente con las naciones más

desarrolladas, según el autor, quien destaca la creciente penetración

social de las tecnologías de la información.Los países más avanzados, aquéllos que marcan la pauta del devenir, se caracterizan por una elevada penetración social de las tecnologías de la información. En ellos, la expansión y proliferación de productos y servicios electrónicos dominan crecientemente la economía y la sociedad.

La formación de la riqueza, la creación de empleo, la mejora de la productividad, la estabilidad económica y de los precios, deben cada vez más, en las economías de referencia, a la contribución de su industria electrónica y sus servicios de telecomunicaciones.

Desde hace ya algunos años, y quizás como consecuencia del largo -e inexplicable, desde la teoria económica tradicional- ciclo de crecimiento de la economía estadounidense, se viene escribiendo y hablando, sobre todo en aquel país, de una "nueva economía" cuyas características y reglas de juego escapan de la ortodoxia neoclásica.

La idea de una "nueva economía" ha venido de la mano del sector electrónico y de telecomunicaciones, cuya intromisión económica y social es determinante del crecimiento, estructuras y formas de la economía y la sociedad de los países más desarrollados.

La globalización de los mercados, la diseminación de las tecnologías de la información y el desmantelamiento de las jerarquías nacidas a mediados del siglo pasado son los rasgos esenciales de una nueva era económica caracterizada porque sus fuentes principales de riqueza son el conocimiento y la comunicación frente los tradicionales: recursos naturales y trabajo físico.

La competencia imperfecta parece ser inherente a la economía del conocimiento. Las ventajas iniciales adquiridas por la pronta aplicación y explotación del conocimiento -la llamada curva de aprendizaje- se convierten en permanentes e irreversibles. Ello implica que el libre comercio o el proteccionismo por sí mismos ya no sirven como política económica. Véase, si no, el caso Microsoft.

Las nuevas tecnologías electrónicas y de telecomunicaciones son una fuente indiscriminada de ventajas económicas. Con ellas aumenta la velocidad, precisión y tratamiento de la informacíón, la capacidad de almacenamiento, la flexibilidad de la organización de la producción en forma de red y la transmisión de la información.

La economía deviene virtuosa. Hoy es posible incrementar la producción, la productividad y el empleo simultáneamente.

Las nuevas tecnologías, lejos de generar externalidades negativas, en forma de contaminación, agotamiento de materias primas, etcétera, sólo ofrecen economías externas positivas que benefician a los demás sectores productivos y de servicios, y con ellos, a la sociedad toda.

El sector electrónico y de telecomunicaciones, en su conjunto, funciona y se desarrolla contradiciendo la teoría económica convencional, según la cual el crecimiento de la demanda produce una subida de precios. En realidad, la expansión de la demanda de tecnologías de la información hace bajar los costes, y con ello los precios, que a su vez animan y hacen crecer aún más la propia demanda.

Se trata de un círculo virtuoso, que, en la medida en que el sector participa crecientemente en la economía, afecta positivamente a ésta, contagiándola con sus bondades.

Al igual que la caída de la inflación, que conlleva bajos tipos de interés, permite ahorros financieros a los agentes económicos y las familias, que surten el mismo efecto que un aumento real de la renta disponible, el continuo descenso de los precios de los productos y servicios electrónicos, permite para un nivel dado de capacidad de compra, adquirir más bienes por el mismo dinero.

El nuevo ciclo económico, es evidente, está cada vez más vinculado a la salud del sector electróníco y de telecomunicaciones, que viene creciendo muy por encima de los demás sectores y ayuda a la expansión del PIB.

Según la teoría del ciclo económico tradicional, los precios suben y la productividad crece hasta que las fábricas alcanzan el limite de su capacidad. En el sector electrónico, el crecimiento de la demanda hace bajar los costes de producción, y como consecuencia, los precios, lo que a su vez refuerza la demanda; según un círculo económico virtuoso que no genera inflación, y que por tanto desde esta perspectiva no pone fin a la parte alcista del ciclo. Una de las claves de mantenimiento de un inusual largo ciclo de crecimiento de la economía se debe a que el típico recalentamiento de la misma por un aumento de la demanda que hace crecer los precios y con ellos los tipos de interés, no se produce, porque el crecimiento de la demanda es absorbido por un incremento de productividad.

Lo verdaderamente relevante de la nueva era económica no es sólo el obvio y creciente peso del sector de las tecnologías de la información en la formación del PIB o en el crecimiento económico -algo tan evidente y como sobresaliente-, como su influencia en el incremento de la productividad, que hace crecer la economía, sin riesgo de recalentamientos, mientras descienden los Precios.

Con datos consolidados referidos a 1998, según un estudio que próximamente verá la luz en el Anuario sobre la Economía Española del Colegio de Economistas, el sector de las tecnologías de la información en España, con una demanda de más de siete billones de pesetas, una producción nacional de casi 5,8 billones de pesetas y más de 300.000 empleos directos, contribuyó: casi un 7% a la formación del PIB; un 26% a su crecimiento; un 11,4% a la formación bruta de capital fijo; casi un 11% a la producción industrial; un 7,5% a la producción de servicios; un 19,67% al esfuerzo nacional en I+D y una reducción de la inflación de 0,2 puntos.

Se pueden unir a estos datos el crecimiento inducido en el empleo de otros sectores económicos, así como de la productividad del propio sector y otros que utilizan intensivamente las tecnologías de la información. Sería el caso del sector financiero, que según el servicio de estudios de La Caixa, ha duplicado su productividad por empleado la última década.

Dentro de este panorama, pudiera parecer que los servicios fueran el signo dominante de un tiempo, nuestro tiempo, también denominado sociedad postindustrial. Sin embargo, esta visión del mundo sustentada en las teorías de la sociedad postindustrial y las apariencias de la sociedad de la información, no se corresponde con la realidad.

La nueva sociedad de la información y el conocimiento, aun directamente basada en los servicios electrónicos: telecomunicaciones, informática, audiovisual y comercio electrónico, depende en última instancia de la industria que los posibilita.

Una rigurosa y adecuada división de actividades económicas, en el seno del hipersector de las tecnologías de la información, pone de manifiesto que el peso económico relativo del mercado de la industria y los servicios es equivalente.

Esta obvia realidad económica, tiende a desconocerse o minusvalorarse política y socialmente en España. Despreocupados durante largos años por la evolución de la estructura tecnológica y fabril que soporta la superestructura de los servicios, el mercado ha venido creciendo de manera considerable mientras que la respuesta industrial nacional se está quedando rezagada.

Dos terceras partes del mercado de equipos electrónicos cuentan en España con estructuras tecnológicas e industriales que responden a la demanda interna con producción propia manteniendo una balanza comercial, que aun deficitaría en algunos casos, es más que aceptable.

Sin embargo, un tercio del mercado de productos y sistemas electrónicos apenas si encuentra respuesta industrial nacional, sin que ello pueda justificarse por criterios de dimensión de mercado o división internacional del trabajo.

La fabricación de equipos informáticos, de telefonía móvil (con una reciente excepción), de ofimática y el outsorcing electrónico apenas si está desarrollada en España mientras que la dimensión del mercado (más de un billón de pesetas) y su crecimiento justificarían todo lo contrario.

El crónico y reciente déficit comercial del sector ha alcanzado un nivel que supera dos puntos del PIB. Es una oportunidad a la vez que un gran desafio nacional abordar cuanto antes la posibilidad de, además de predicar la proliferación de servicios, producir en nuestro país la riqueza tecnológica e industrial consecuente.

Los países precursores de la nueva economía, EEUU y los nórdicos europeos, además de liderar el consumo de las tecnologías de la información están liderando también el desarrollo tecnológico y la producción industrial de las nuevas herramientas de la Sociedad de la Información.

Si España quiere converger realmente con las naciones más desarrolladas en renta y prosperidad social, no puede seguir dejando librado al azar, por más tiempo, su porvenir tecnológico e industrial.

Jesús Banegas Núñez es presidente de Aniel.

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