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El Valencia entra en el club más selecto

El equipo de Cúper empata ante el Manchester en Mestalla y se clasifica para los cuartos de final

El Valencia vivió una noche muy intensa, llena de sufrimiento y de desgaste para atrapar una clasificación que ha merecido sobradamente. Simplemente porque ha sido el segundo mejor del grupo. El primero, no hay duda: el Manchester United, que ayer dejó sobrada cuenta en Mestalla de su enorme poderío. Jugó a medio gas, de acuerdo, pero aún así dio sensación de dominar el encuentro de cabo a rabo. El grupo de Cúper tuvo momentos brillantes en el primer tiempo, pero le pudo la presión en el segundo y se echó atrás esperando a que acabara. Se le hizo interminable. El Manchester entonces contemporizó. Tampoco le interesaba en exceso el partido, si no fuera para que no fuera puesto en duda el tradicional fair play británico. Eso sí, la pelota es un tesoro para el Manchester y ayer la manejó como y cuanto quiso. Llega a haber uno de la Fiore en Mestalla y en el último cuarto de hora final se sube por las paredes: ambos equipos alzaron la bandera blanca y el público, sobre todo los supporters ingleses, llegaron a protestar por el principio de tongo.Minuto cinco. Buenas noticias para el Valencia desde Florencia. Gol del Girondins de Burdeos. Por si las moscas, el Valencia comenzó en plan arrollador el encuentro. Estaba cargado de adrenalina y empezó a usarla de la mejor manera posible: juando bien al fútbol. Con velocidad, precisión y toque. Y por las bandas, como marca el libro de Cúper. El United, a la expectativa.

VALENCIA 0MANCHESTER 0

Valencia: Cañizares; Angloma, Djukic, Pellegrino, Carboni; Angulo, Farinós, Gerard, Kily González; Sánchez (Ilie, m. 69) y Claudio López.Manchester: Bosnich; Neville, Stam, Berg, Irwin; Butt, Keane, Scholes, Fortune; Solskjaer (Jordi Cruyff, m. 59) y Sheringham. Árbitro: Lubos Michels (Eslovaquia). Amonestó a Solskjaer. 48.000 espectadores en Mestalla. Sexta jornada de la segunda fase de la Liga de Campeones.

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Ni Yorke ni Cole en la alineación del Manchester. ¿Concesiones de Sir Alex Ferguson? Depende, pues la delantera que los sustituía no era cualquier cosa. Que se lo pregunten a los hinchas del Bayern de Múnich, que vieron como Solskjaer y y Sheringham los desplumaban en un par de minutos en la pasada edición de la Copa de Europa. Así que, mucho cuidado. Al cuarto de hora, de hecho, ya advirtió Sheringham con un cabezazo a bocajarro a centro de Fortune que detuvo Cañizares. ¿Fortune? Sí, aquel interior izquierda que actuó más bien poco en el Atlético hace un par de años. No estaba Giggs y entró Fortune, que no es lo mismo, para fortuna valencianista, si bien el surafricano dejó un par de detalles interesantes.

Para entonces, el United ya le había tomado las medidas la viejo Mestalla y su centro del campo empezó a echar humo. Salía desde atrás como una locomotora. Sheringham puso en evidencia a Carboni, se lo dejó tirado en la esquina derecha y centró para atrás a Solksjaer, que remató mal. El delantero noruego se movía como un cisne y los dos centrales valencianistas (Djukic y Pellegrino) no sabía de qué modo pararlo.

A la media hora no había ya ninguna duda: allí, sobre el césped de Mestalla, se expresaba con autoridad el campeón de Europa, que, por cierto, venía a ganar con todas las de la ley. En ésas que Scholes puso a la grada al borde del infarto cuando se marchó hacia la meta de Cañizares con el único obstáculo por salvar de Pellegrino. El duelo, como entendió todo el estadio, era desigual: el diminuto y veloz inglés contra el larguirucho y lento argentino. Scholes buscó el agujero, disparó raso y el cuero, tras rebotar en Pellegrino, rozó el poste izquierdo de Cañizares. Alivio generalizado.

El equipo de Cúper pidió oxígeno varios minutos hasta que Angloma diseñó un bellísimo disparo en diagonal que se estrelló en la cruceta derecha de Bosnich. El choque estaba vivo por donde lo cogieran y el Valencia volvió a pedir la palabra. Puestas sus cartas sobre la mesa, se relajó el United. Farinós, por fin, pareció hincarle el diente al partido. Distribuyó convenientemente. Recuperó balones a destajo. Buscó a menudo al Kily González, que estaba pletórico. Por contra, el otro organizador valencianista, el elegante Gerard, aquel que batió esta temporada al Madrid, al Barça y al Bayern, no tuvo su noche. Anduvo perdido y desorientado.

El desgaste físico era tremendo y sería difícil mantenerlo. El holandés Stam, en el centro de la defensa de los reds, se mostraba de momento infranqueable: por arriba y por abajo, en las distancias cortas y en las largas. Sus correrías con el Piojo casi siempre se saldaban a favor del holandés, que imponía su impresionante físico.

Transcurrida la media parte del juego, el conjunto de Cúper había enseñado su potencia, cierto, pero el Manchester, agazapado, había tenido un cuarto de hora amenazante. Daba la sensación de que a poco que se estirara, a poco que quisiera, pondría Mestalla patas arriba. Era una especie de gato acurrucado predispuesto a soltar cuando le apeteciera un zarpazo definitivo.

La segunda parte se iniciaba con malas noticias desde Florencia. Empataba el Fiorentina de penalti (Chiesa) y expulsaban a un jugador del Burdeos (Alicarte). La tensión crecía. En Mestalla, el United decidía poseer definitivamente el balón mientras el Valencia trataba de dormir la reunión. Ya estaba echando cuentas, a pesar de que quedaba mucho tiempo por delante. Lo fiaba todo al contragolpe y perdía el balón en un suspiro. Eso sí, al Valencia siempre le quedaba el Kily, que combinaba con precisión con Carboni y se metía hasta la cocina para probar las manos de Bosnich. El corazón de Mestalla comenzó a latir con frenesí cuando se enteró que Batistuta había marcado en el Artemio Franchi. Un gol del United dejaba fuera a los de Cúper. Ahí salió a la palestra la garra del Kily González y puso de pie a la tribuna de Mestalla. El fútbol se había fugado. Sólo quedaba tensión y en esos momentos entró en escena Jordi Cruyff. De aquí hasta el final, todos parados.

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