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Los sindicatos piden a los británicos que no compren coches a BMW

Los sindicatos británicos quieren vengarse de BMW por la venta de Rover, marca legendaria de la industria automovilística del Reino Unido, haciendo daño donde más duele: en los beneficios. Dirigentes de tres centrales instaron ayer a los ciudadanos a que no compren coches al grupo alemán. "No nos quedaremos mirando cómo se pierden miles de trabajos", advirtieron. El titular de Industria, Stephen Byers, apoyó implícitamente el boicot, pero dejó la decisión en manos de la conciencia de los británicos.

La venta de Rover se ha convertido en un problema político en el Reino Unido. Los sindicatos animaron ayer a los británicos a que no compren más coches de la marca BMW en represalia por la cesión de la compañía a una sociedad de capital riesgo y la amenaza de un plan de reducción de empleo. "Si la mitad de las informaciones sobre el vergonzoso comportamiento de BMW son ciertas, los británicos deberían mostrar sus sentimientos boicoteando a la compañía alemana", señaló ayer un portavoz sindical. E incluso aconsejó a los propietarios de un coche de esa marca que lo cambien por un Rover, incluido James Bond: "Los responsables de las películas del agente secreto 007, símbolo internacional del patriotismo británico, no deberían permitir que conduzca un BMW".Los sindicatos, que no descartan convocar una huelga, temen que la venta se traduzca en la pérdida de miles de puestos de trabajo. "Seremos muy afortunados si sólo ponen en la calle a unos cuantos de miles de empleados en los próximos tres años". De la casa Rover dependen en total unos 50.000 empleos, proveedores y trabajos asociados incluidos.

La firma BMW cedió la semana pasada Rover a una sociedad de capital riesgo, Alchemy Partners, sin experiencia en la industria del motor. Los nuevos propietarios planean cambiar el nombre de la empresa por The MG Car Company, reducir su producción a menos de 100.000 vehículos al año y llevar a cabo una reducción de plantilla, que podría afectar a más de 4.500 trabajadores, para sanear una compañía que perdió el año pasado más de 200.000 millones de pesetas, según informó BMW. La producción de Land Rover fue vendida a Ford.

Apoyo implícito

El ministro de Industria y Comercio, Stephen Byers, no fue tan enérgico como los sindicatos, pero de forma sibilina apoyó el boicot. Byers apeló a la conciencia nacional de los británicos para que decidan si la actitud de BMW merece que compren un modelo de la marca alemana: "En estos casos yo creo que es mejor que cada individuo decida qué es lo mejor".

La venta de Rover ha desatado un fuerte enfrentamiento entre el Ejecutivo del primer ministro, Tony Blair, y el grupo automovilístico alemán. Byers volvió a condenar ayer la actitud de BMW por no haber advertido al Gobierno laborista de sus planes para Rover. El ministro puso en duda que la fortaleza de la libra por estar fuera de la zona euro, una de las causas esgrimidas por BMW para salir del mercado británico, fuera el origen de la operación: "El año pasado fue uno de los mejores para las exportaciones de automóviles del Reino Unido y las inversiones alcanzaron nuevos records".

Byers y representantes de los sindicatos viajarán el jueves próximo a Múnich para negociar con los directivos de BMW que la empresa alemana se haga cargo de una parte de los costes sociales derivados de los posibles despidos.

Una comisión del Parlamento británico investigará, mientras tanto, la decisión del gigante alemán de vender Rover. La investigación comenzará dentro de 15 días para averiguar si el Gobierno británico llevó a cabo alguna iniciativa para frenar la transacción.

Por otra parte, un portavoz de BMW desmitió ayer que mantenga negociaciones con Ford para una posible adquisición de la compañía germana por parte de la estadounidense.

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