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FÚTBOL 29ª jornada de Liga

El Rayo se desmelena

Los de Vallecas salen del pozo tras golear a un mediocre Valladolid

Dejando aparte cualquier detalle de corte académico, llámese buen fútbol o algo similar, el Rayo hizo ayer un partido excepcional. Se llevó por delante al Valladolid con una facilidad pasmosa, en un ejercicio que no merece sino el aplauso. Y como resultaría de lo más atrevido emitir la más mínima queja respecto a un equipo que gana 4-1, pues habrá que sentenciar que el desmelene del Rayo, además de sacarle del pozo, resultó el mejor antídoto ante la pena que había invadido su fútbol y que amenazaba con pintar de negro su futuro.El Rayo goleó y lo demás es lo de menos. Igual da que de fútbol no se hablara demasiado en Vallecas. Se habló de esfuerzo, de talante, de pelotazos, de fallos. De fútbol, no. Sólo en el tramo final, el dictado de Poschner le dio un poco de brillo a la actuación rayista, que indisimuladamente pasaba, hasta entonces, por el balón largo, como si hubiese premio para quien más deprisa, y más arriba, lo mandara. Y ahí quedaban Canabal y Bolo, desriñonándose, a la espera de que ese elemento extraño llamado balón bajara. El Rayo ha renunciado al centro del campo y cuesta horrores poner en solfa semejante táctica. Si los grandes no están para virguerías, menos lo va a estar el Rayo.

RAYO VALLECANO 4VALLADOLID 1

Rayo: Lopetegui; Cota, Amaya, Hernández, Alcázar; Helder, Poschner, Michel I (Ferrón, m.62), Llorens (Van den Bergh, m.76); Canabal y Bolo (Michel II, m.73).Valladolid: César; TorresGómez, Santamaría, Peña, GarcíaCalvo, Marcos; Caminero (Márquez, m.82), Vizcaíno (Alberto, m.61), JaviJiménez, Rodrigo (Peternac, m.76); y Víctor. Goles: 1-0. M.22. Amaya, tras un córner. 2-0. M.46. Canabal marca ante la salida de César. 3-0. M.71. Peña le regala el balón a Bolo, que dispara, rechaza César y Canabal fusila. 4-0. M.85. Remate de Van den Bergh que saca César y el rechace rebota en Peña. 4-1. M.88. Lanzamiento de Javi Jiménez desde fuera del área que sorprende a Lopetegui. Árbitro: Andradas. Amonestó a Llorens, Canabal, Van den Bergh, Rodrigo y Caminero. Unos 10.000 espectadores en el Teresa Rivero de Vallecas.

Hablar del Valladolid sería hablar de la nada. Una defensa crispante, un centro del campo que se limitó a ver lo bien que volaba el balón y un delantero, Víctor, rodeado de enemigos. Todos los mensajes de relativo, sólo relativo, buen gusto que emitió el Valladolid salieron de las botas de Caminero, a quien sólo le faltó recorrido, arrojo y chispa. Vamos, que le faltó todo lo que le sobró al rival, a un Rayo que sacó el habitual provecho de una jugada a balón parado, culminada por Amaya en el segundo palo, y que a partir de ahí no hizo sino ofrecerse una y otra vez al contragolpe, siempre con la prohibición tácita de que el balón pasara demasiado tiempo en el mediocampo. Llegó así el segundo tanto y los de Vallecas se vieron en el paraíso. Podría abrazarse el Valladolid al gol que el árbitro anuló, por embarullado quizá, en el minuto 48, pero sería una excusa ridícula. Porque ahí estaban sus defensas para convertir un partido normalito del Rayo en el acabose. Peña regaló el tercer tanto rayista y se metió en propia meta el cuarto. Un amigo, el boliviano. Pero él no dejó de ser sino el máximo exponente de un equipo, el Valladolid, al que le llovieron balones, que no fútbol, y que convirtió una lección sentimental, que no futbolística, del Rayo en una borrachera de goles.

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