Un equipo español participa en la carrera para detectar la EPO
Aunque en Francia y en Australia se ha oído a los investigadores gritar eureka, la comunidad científica no es muy optimista sobre la posibilidad de que en los Juegos de Sydney 2000 esté ya funcionando un método fiable para detectar la EPO exógena, la forma de dopaje más extendida. Un equipo español está entre los elegidos por el COI para dar con un test seguro y calcula que hasta dentro de dos años no habrá resultados.
El anuncio de un test anti EPO pronto para Sydney ha funcionado los últimos meses más como una medida de tipo preventivo -cuidado que viene el lobo- que como una probabilidad cierta. Las investigaciones para dar en la sangre o en la orina de los deportistas con la sustancia que modificó el deporte desde finales de los años 80 aún están en fase de tanteo. El problema principal es sencillo: la EPO (eritropoietina) es una sustancia sintética, pero también es una hormona fabricada por el cuerpo humano fundamental para que la sangre pueda transportar oxígeno. Y hasta el momento es imposible determinar cuál es la natural y cuál es la exógena. Un grupo de laboratorios españoles (de la Universidad de Barcelona, del CSIC y de Granada), coordinados por Carmen Bolost, es uno de los cuatro centros de investigación, junto a Sydney, Oslo y Los Ángeles, subvencionados por el Comité Olímpico Internacional (COI) para dar con el método milagroso."Las noticias avanzadas por los australianos y los franceses de que habrá un método anti EPO para septiembre son apresuradas", explica José Antonio López Calbet, fisiólogo de la Universidad de Las Palmas. "Ellos se basan en métodos indirectos apoyados en la estadística, un método que no pasaría la prueba de una reclamación ante cualquier tribunal civil. No se le puede decir a un juez que como tiene tanto de tal parámetro y tanto otro de otro es signo inequívoco de que ha tomado EPO, porque el juez diría: vale, ahora demuéstreme que la ha tomado. Estoy convencido de que el Comité Olímpico Internacional nunca aceptará un método que no pueda garantizar con seguridad la ingesta. Corren el peligro de dar falsos positivos".
Hasta ahora, el único método puesto en marcha para frenar el consumo de EPO en los deportes de resistencia ha sido el control de hematocrito instaurado por las federaciones de esquí y de ciclismo. El hematocrito es la parte corpuscular de la sangre, los glóbulos rojos que transportan el oxígeno y que aumentan con el consumo de EPO. Como medida arbitraria se ha decidido que más allá del 50% de hematocrito es malo para la salud y que por tanto el deportista debe parar. Pero eso, en cierta forma, abre la puerta al consumo de EPO limitado, otro punto que sólo se puede evitar con un test anti EPO fiable.
Metabolismo rapidísimo
"Además", continúa Calbet, "el metabolismo de la EPO es rapidísimo y las pruebas que se hacen sólo valdrían para EPO consumida entre cuatro y seis días antes, mientras que los beneficios de ese dopaje son bastante más dilatados, de casi tres semanas, e incluso, hay posibles beneficios, como el aumento de capilares en la masa muscular, que duran hasta meses. El punto crítico tiene que pasar por un método que detecte la EPO consumida por lo menos un mes antes".
El método indirecto, el trabajado por los laboratorios de Sydney y París, se basa en que unos valores determinados en unos cuantos parámetros (el hematocrito, los receptores de transferrina, los niveles de ferritina, de reticulocitos y la morfología de los glóbulos) sólo los puede exhibir el cuerpo si se ha producido una toma de EPO recombinante. "Sí, eso está claro", explica Jordi Segura, director del laboratorio antidopaje de Barcelona y miembro de la comisión antidopaje del COI. "Está claro que esos resultados los produce la EPO, pero no está tan claro que no los puedan producir otros factores, como la raza, la estancia en altura, las enfermedades".
Esteban Gorostiaga, miembro de la comisión médica del Comité Olímpico Español, es también escéptico sobre la posibilidad de una análisis anti EPO en Sydney. "En un análisis indirecto siempre acabamos hablando de porcentajes, y eso es hablar de algo no definitivo. En principio, en Sydney no va a haber análisis de sangre".
Segura se muestra más cauto que Gorostiaga. "Ni soy optimista ni pesimista respecto a la posibilidad de que en Sydney haya un método, simplemente estoy a la espera del resultado", dice. "Pero el método directo tendrá que ser el definitivo, y ése es el que se está buscando en España. Es un estudio que va más atrasado. Se basa en que la cadena de glúcidos que transportan las cadenas de EPO son siempre diferentes si la EPO es endógena, pero siguen siempre el mismo esquema si es exógena. Se trata, pues, de encontrar el modelo de la EPO artificial".
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