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MAX PERUTZ Premio Nobel de Química "Los genes son muy torpes; la clave está en las proteínas"

Javier Sampedro

Cualquier estudiante de ciencias sabe que el hielo se desplaza más deprisa por la superficie de los glaciares que por su fondo. Los estudiantes más aplicados saben también cómo la hemoglobina de la sangre capta el oxígeno de los pulmones y lo distribuye por los tejidos del cuerpo. Poca gente sabe que esas dos cosas las descubrió la misma persona: Max Perutz. El premio Nobel de Química se lo dieron en 1962 por la segunda de ellas.El trabajo de Perutz sobre la hemoglobina es una pieza clave de la historia de la biología, porque este científico británico de origen austriaco, que cumplirá 86 años en mayo, fue el primero en determinar, en 1959, la estructura de una proteína. Las proteínas son las micromáquinas moleculares que llevan a cabo todas las reacciones químicas que sustentan la vida, y también las que forman los andamiajes de la célula y sus sistemas para moverse e intercambiar sustancias con el entorno. Junto con el descubrimiento de la doble hélice del ADN que constituye los genes, la descripción de la primera proteína fundó en los años cincuenta la nueva disciplina de la biología molecular.

"Estoy maravillado por lo que está ocurriendo en ese campo de estudio", dice Perutz cuarenta años después de su logro fundamental. "John Kendrew y yo resolvimos la estructura de dos proteínas por primera vez, la hemoglobina y la mioglobina, en 1959. Diez años después sólo se había averiguado la estructura de otras ocho proteínas. El progreso era deseperantemente lento. Pero sólo durante el año pasado se resolvieron cerca de 2.000 proteínas. Y ahora hay un proyecto estadounidense para resolver todas las proteínas humanas cuya estructura aún se desconoce, que son varias decenas de miles. Para mí todo esto es asombroso".

En el Cavendish

Perutz ha visitado Madrid estos días invitado por la Fundación Ciencias de la Salud. Cuando el lunes pronunció la conferencia que tenía programada, ya había dedicado dos días a perseguir por el Prado y por Toledo a su artista preferido, El Greco, un pintor al que descubrió en la National Gallery de Londres en 1936, cuando se desplazó al Reino Unido desde su Viena natal. Un año después, Perutz empezó a trabajar en el mítico laboratorio Cavendish de Cambridge, donde James Watson y Francis Crick descubrirían en 1953 la estructura del ADN.

Perutz había empezado a estudiar la estructura de las proteínas antes de que Watson y Crick siquiera empezaran a plantearse estudiar la del ADN, pero el primer problema se reveló mucho más complejo que el segundo. ¿Se ha arrrepentido Perutz alguna vez de haber elegido las proteínas en lugar del ADN para sus estudios estructurales?

"No, no, no y no", responde Perutz con inesperada contundencia. "Lo único que hace el ADN es determinar el orden de los aminoácidos en las proteínas. Los genes no saben hacer otra cosa, son realmente muy torpes. La clave está en las proteínas, que son las verdaderas máquinas de la vida, y entender la estructura de cada una es entender cómo funciona cada una y es entender en qué consiste la vida. Estoy encantado de haber trabajado con proteínas, y no con ADN".

Hay algo de rencor histórico, casi imperceptible, en esa respuesta del científico vienés. Estructuralmente, los genes son todos iguales, y bastante simples, y por eso Watson y Crick pudieron resolver su estructura de forma rápida y brillante. Pero cada proteína es distinta, y cada una se retuerce de manera endiablada en complejas hélices y embrollados pliegues. Estudiar la estructura de cada proteína requiere, en cierto modo, empezar desde cero cada vez.

En Life story, un telefilm de la BBC sobre el descubrimiento de la doble hélice del ADN, Perutz (o su personaje, mejor dicho) aparece asombrado al ver que Watson está transportando una botella de gas del almacén al laboratorio. El personaje de Perutz dice: "Dios mío, ¿es que Watson ha decidido por fin hacer algo aparte de hablar?". ¿Fue esta escena una mera fantasía del guionista?

"La verdad es que esa película estuvo muy bien documentada. Por ejemplo, el personaje de Rosalind Franklin [la cristalógrafa londinense que obtuvo los primeros datos sobre el ADN] estuvo maravilloso, y también el de Maurice Wilkins [el jefe de Franklin], y otros. Pero Watson [interpretado por Jeff Goldblum] era una mera caricatura. El Watson real no era ese yanki mascador de chicle que aparece en la película.

En su libro autobiográfico Qué loco propósito, Francis Crick cuenta que Perutz, hastiado de las interminables discusiones que Watson y él mismo mantenían sobre el ADN, les buscó un despacho conjunto en el Cavendish para que pudieran "discutir a gusto sin molestar a los demás científicos". Perutz se queda pensativo cuando se le recuerda esta anécdota: "No, no recuerdo eso. Sí recuerdo que el profesor David Kaling me dijo en una ocasión: 'Oye, Max, este Crick habla demasiado, ¿por qué no le mantienes pegado a su banco de trabajo?' Yo, por el contrario, siempre aprecié que hay muchas maneras diferentes de hacer ciencia. Y es cierto que Watson y Crick estaban discutiendo todo el día, pero también leían largos tratados y tenían un profundo conocimiento del asunto que se traían entre manos"

No tan deprisa

¿Cómo hubiera sido la biología molecular si no hubiera existido el laboratorio Cavendish de Cambridge, cuya Unidad de Biología Molecular dirigió Perutz entre 1947 y 1962? "Supongo", dice Perutz, "que tarde o temprano los mismos descubrimientos se hubieran hecho en alguna otra parte, aunque probablemente no tan deprisa y de una forma tan dramática y concentrada. Cambridge fue en esos años un lugar realmente fantástico. Bueno, todavía lo es".

El actual Proyecto Genoma Humano es una de las extensiones naturales de los descubrimientos del Cavendish. El propio Watson fue el primer director del Proyecto hasta su dimisión en 1992, por disconformidad con la intención de los Institutos Nacionales de la Salud de patentar los genes que el proyecto iba descifrando.

Perutz, sin embargo, nunca ha sido un gran defensor de la genómica, la nueva disciplina basada en el análisis simultáneo de los genomas, o el conjunto de los genes de cada organismo: "La verdad es que yo era escéptico sobre este proyecto gigantesco, porque implica una enorme cantidad de trabajo rutinario, de escaso interés científico. Pero creo que estaba equivocado, y lo creo por una razón más médica que científica: porque el Proyecto Genoma supondrá una gran revolución de las técnicas de diagnóstico y prevención de la enfermedad".

También dice: "No entiendo cómo se puede retorcer la ley para permitir a las empresas que patenten genes. Una empresa puede analizar y secuenciar un gen, pero eso no es una invención, sino una mera descripción".

Las empresas, sin embargo, arguyen que lo que patentan no son los genes, sino la forma de usarlos para desarrollar un nuevo fármaco, o una nueva terapia. "Ni siquiera eso es realmente original", insiste Perutz. "Me figuro que lo que deberían patentar es el nuevo fármaco, no el gen, ni siquiera el uso del gen para obtener ese fármaco, porque estas técnicas las han ideado otros científicos hace mucho".

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