Freire es incontenible

Cogió el teléfono el domingo por la noche Óscar Freire y dijo: "No sé, no sé, la etapa del lunes me parece que está bien, con un final dentro de mis posibilidades, así que probaré a ver qué hacemos".Primera noticia de la tarde del lunes: Óscar Freire, el español campeón del mundo que corre para el equipo Mapei ha ganado al sprint la sexta etapa de la Tirreno-Adriático; es su segundo triunfo en la carrera italiana, en la que ya ganó la primera etapa. Es su cuarto triunfo esta temporada. Antes de ganar el Mundial, en octubre en Verona, Freire sólo había ganado una carrera (una etapa de la modesta Vuelta a Castilla y León) en sus dos años de profesional. Abraham Olano (ONCE) sigue líder de la Tirreno-Adriático y es el máximo favorito para la victoria final.

Cogió el teléfono Óscar Freire ayer por la tarde y dijo: "No está mal, ¿no?, me he probado dos veces y he ganado las dos. Estoy fuerte de verdad. Pero la etapa del martes es muy dura y el miércoles tampoco entaré en la batalla. No quiero exprimirme más, que el sábado llega la Milán-San Remo".Freire es incontenible. Un ciclista que, además, vive en permanente idilio con Italia, donde ha ganado sus más hermosas victorias, donde madura ahora como ciclista. Gana aun cometiendo errores. "Me equivoqué de desarrollo", dice, "y me costó más de la cuenta". El final, en Monte San Giusto (un repecho de un par de kilómetros al 4%), lo lanzó un especialista, Davide Rebellin, que se ahogó en el esfuerzo; le superó un tipo duro y rápido, el letón Romans Vainsteins, y un experto veloz, el belga Peter van Petegem, y cuando este viejo zorro (ganador del Tour de Flandes de 1999) se disponía a levantar los brazos vio pasar una sombra a su derecha: era Freire. Había lanzado el sprint con un 54/13, un desarrollo durísimo. "Seguro que si meto el 14 lo hago mejor". Lo dice sin un átomo de petulancia. "He ganado un Mundial y eso significa algo, ¿no?".

Cuando el corredor de Torrelavega, de 24 años, ganó el Mundial, toda la prensa mundial fue unánime: "Ha ganado un don nadie". Mea culpa. Con las mismas, unánimente, ahora Freire es venerado y amado. Don todo, le dicen ya. La gran vedette del ciclismo mundial, dice France Presse. "Si es que hace bien hasta las contrarreloj", dice Eusebio Unzúe, director del Banesto. "No se sabe donde tiene el límite. Seguro que hasta sale escalador. No creo que en Italia se conformen con hacerle un sprinter sin más".

El gran favorito para la Milán-San Remo, dicen todos los italianos. Es fuerte y es veloz, calculan, la combinación ideal. Él, Freire, lo dice de otra manera: "Me falta experiencia para meterme en los sprints masivos, prefiero las llegadas más reducidas y con la gente cansada tras una carrera dura". Eso, dicen, es la Milán-San Remo, el Mundial de primavera.

El gran objetivo de Freire, ya jefe de filas del Mapei, que el miércoles por la noche irá en avión a Milán y el jueves por la mañana en coche a Alassio, y de allí en bicicleta a subir y bajar los cabos, la Cipressa y el Poggio, los puntos clave de la San Remo, lugares trillados mil y una veces que Freire no conoce, lugares que, sin embargo, pueden catalputarle el sábado a una victoria histórica.