Kilómetros

Como el baúl de la Piquer, que es el símil más castizo. Así de machacados, ahítos de micrófono y tarima, finalizaron anoche la campaña electoral los cuatro candidatos andaluces. En 15 días, han sembrado Andalucía de promesas y han recogido quejas, una versión política de La vuelta a las Galias, de Astérix, que, con mejor criterio, recolectaba los productos gastronómicos de cada localidad. Y sin temer que el cielo caiga sobre sus cabezas, hay partidos que han mostrado a los informadores sus sedes precentristas, a kilómetros de distancia de la moderna escenografía de los mítines, del acero, la madera natural y el púlpito futurista.En la casa del Partido Popular de Linares, por ejemplo, mandan las fotos de un joven y aguerrido Manuel Fraga Iribarne, que desafía al mundo desde una tribuna barnizada y antigua. Nada que ver con el poderoso diseño del Vamos a más que han paseado los populares. Junto a Fraga, Jorge Verstringe antes de aproximarse a la otra casa, la de Pablo Iglesias. Gabino Puche aparece colgado de la pared en contadas ocasiones. Y no hay hueco prácticamente ni para Javier Arenas ni para Teófila Martínez.

Se impone una renovación pragmática en el testero mayor de la sala de prensa del Partido Popular linarense. El rojo y gualda de la enseña de la extinta Alianza Popular supera a la gaviota centrista. Será una cuestión meramente estética, pero en la sede del Partido Popular de la tierra de la Santana-Suzuki sigue mandando Fraga, desde la pared. Es como la luz que nunca se apagaba en El Pardo.

Anoche finalizaron las consignas del día y el minuto en directo de telediario. Los autobuses electorales regresan a las cocheras a toda velocidad y las páginas de Internet quedan despobladas de electores cibernautas.

Teófila Martínez ha ido, a ratos, más revolucionada que revolucionaria, que no es exactamente lo mismo, aunque la candidata del PP sí tuvo su momento zapatista en Jaén, cuando avisó que son los bancos los que ganan dinero por la morosidad de la Junta en el pago de las subvenciones a los agricultores. Ni Sánchez Gordillo.

Toca esperar a mañana. Ya ha callado el chunda chunda de la sintonía mitinera. Ahora, a ver qué cantan los ciudadanos.

ANTONIO HERNÁNDEZ-RODICIO