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Entrevista:Elecciones 2000

"De la Rosa nunca ha sido un empresario, sino un comisionista"

El ministro de Industria y portavoz, Josep Piqué, encabeza la lista del Partido Popular (PP) por Barcelona. Piqué ha sido el hombre elegido por José María Aznar para explicar la gestión del Gobierno, pero en ocasiones se ha visto obligado a responder por sus actuaciones profesionales y comportamientos fiscales.Pregunta. El PP catalán ha roto con la máxima de situar a CiU como gran rival de la campaña.

Respuesta. Ahora estamos en unas elecciones españolas y lo que hay que dilucidar es qué Gobierno habrá en el futuro, si uno presidido por Aznar u otro presidido por Almunia con la participación de Frutos. Me parece de una lógica aplastante que el principal contrincante sea el PSOE.

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P. La izquierda catalana inició en las pasadas autonómicas un proceso, aún incipiente, de colaboración electoral. Cataluña es una de las pocas comunidades en que el centro derecha no ha agrupado el voto. ¿Lo cree necesario?

R. Ya lo veremos, pero en cualquier caso sería deseable. En Cataluña estamos al final de un ciclo político, definido por el gran protagonismo de Jordi Pujol. Desde el máximo respeto personal, histórico e insitucional a la figura de Pujol, estamos ya en el escenario del postpujolismo, que obliga a redefinir muchos espacios políticos. Desde mi perspectiva, hay que superar una idea muy arraigada en los últimos 20 años: aquella de que la reivindicación de lo catalán debía contraponerse a la aceptación de la españolidad. Cada día conviene entrar más en esquemas que hagan compatible ambos sentimientos.

P. ¿Por qué se hizo comunista en los años setenta?

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R. Vivíamos una época de inquietudes y de compromiso muy fuerte para luchar contra la dictadura y restablecer la democracia.En aquellos momentos, el compromiso era una cosa casi imprescindible. No quiero atribuirme ahora nada que no me toque, pero yo cogí el carné del PSUC.

P. Sin embargo, lamentó en público su pertenencia al PSUC.

R. Creo que se entendió mal. No quiero disculparme, pero no tenía pensada aquella frase. Fue producto de la improvisación. Después se consideró casi una abjuración, pero no era mi intención, entre otras cosas porque uno recuerda siempre sus 20 años con nostalgia... Además, los comunistas fueron clave en la transición.

P. ¿Entonces, por qué el PP alerta continuamente del peligro socialcomunista?

R. Hoy, las recetas de los partidos comunistas, de IU y a menudo muchas de las recetas del PSOE, no significan elementos de progreso, sino de retroceso.

P. Su campaña se realiza al margen de la estructura del partido. ¿No se siente cómodo en el PP de Cataluña?

R. Me gustan poco las estructuras, soy enemigo de las largas reuniones. Creo mucho más en la acción. No es que minusvalore la tarea de partido, que es importantísima, pero prefiero estar pisando Cataluña y hablar con el mayor número de gente posible que tener largas reuniones con la estructura del partido.

P. Usted pasó de la Administración catalana a la empresa privada de la mano de Javier de la Rosa. ¿Qué opinión le merece este financiero?

R. De la Rosa nunca ha sido un empresario y creo que tampoco se le puede calificar de financiero. Básicamente ha sido aquello que, con todos los respetos a su persona, se llama un comisionista. Y en consecuencia siempre ha tenido una visión de las cosas muy alejada de la mía.

P. Entonces, ¿no comparte la definición que de él hizo Jordi Pujol, quien le calificó de empresario modelo?

R. No la puedo compartir, porque creo que Javier de la Rosa nunca ha sido un empresario. Pero es cierto que durante muchos años mucha gente en Cataluña, de todos los ámbitos y todas las fuerzas políticas, consideraron conveniente establecer una relación lo más estrecha posible con de la Rosa. Yo, aparte de participar conjuntamente en consejos de administración muy amplios, nunca he estado con Javier de la Rosa más de seis o siete veces en mi vida.

P. Pero usted pasa de la Administración a la empresa privada de la mano de De la Rosa.

R. Ésta es una manera simplista de ver las cosas. Yo y miles de personas. De la Rosa era el represante de los kuwaitíes en España y vehiculaba sus inversiones a través del Grupo Torras.

P. ¿Cómo dice que sólo se vieron seis o siete veces con De la Rosa cuando formaban parte del mismo consejo y de la comisión ejecutiva de Ercros desde 1989?

R. El consejo de administración de Ercros era muy amplio -una veintena de personas- y se reunía cada dos o tres meses. Por tanto, se hacían reuniones más reducidas a las que acudían una docena de personas. En consecuencia, era como una comisión delegada del consejo de administración, pero que recibía el nombre de comisión ejecutiva. No quiero rehuir mis responsabilidades como directivo de Ercros. En 1993, los kuwaitíes decidieron prescindir de De la Rosa y su equipo. Entonces tomé la decisión personal de aceptar la presidencia de la empresa.

P. ¿Cómo ve la situación actual que vive De la Rosa?

R. Respeto la presunción de inocencia mientras no haya una condena en firme. Creo que Javier de La Rosa ha sido el exponente de un periodo de nuestra historia en el que se primaba el éxito inmediato más que el derivado del esfuerzo. Deberíamos superar y olvidar aquel periodo que se conoció como cultura del pelotazo, que a menudo fue animado desde el poder socialista. Yo creo en el esfuerzo y en la asunción de riesgos, y me molesta el enriquecimiento rápido y fácil.

P. ¿Se ha planteado dimitir?

R. No me lo he planteado. Si alguna vez hubiera tenido dudas sobre mi honorabilidad personal no hubiera aceptado ser ministro de España. Y sigo sin tener dudas.

P. ¿Tampoco sobre la venta de Ertoil?

R. Las condiciones de la venta fueron adecuadas. Fue una operación autorizada por el Gobierno socialista de la época: tanto la venta de Ertoil por parte de Ercros a GMH como la venta de GMH a Cepsa. Ha pasado por inspecciones fiscales. Tanto Ercros como Cepsa lo han explicado y no lo he visto publicado en los medios. Creo que fue una operación lógica y, desde un punto de vista estratégico, me parece correcta. Si después ha habido comisiones o donaciones extrañas, lo desconozco, pero tengo una tranquilidad absoluta.

P. Sus prácticas fiscales, a través de Loreto Consulting y la compra de una vivienda a través de leasing, han sido objeto de crítica por parte de la oposición. Usted siempre ha argumentado que son prácticas legales. ¿Personalmente, recomendaría la compra de la vivienda en régimen de leasing?

R. Creo que éste es un ejemplo más de ejercicio de hipocresía colectiva. Hay muchos profesionales, y yo lo he sido, que actúan en la vida privada a través de sociedades y que a través de ellas prestan sus servicios, facturan, hacen adquisiciones y otras operaciones. A partir del momento en que soy nombrado ministro, dejo esta sociedad absolutamente inactiva e hibernada. Creo que esta utilización de prácticas que son usuales en la actividad privada y profesional para intentar desprestigiar después una trayectoria pública pueden ser muy rentables a corto plazo para desgastar a una persona, pero pueden tener consecuencias negativas: contribuir a la idea de que es muy difícil pasar de la actividad privada a la pública.

P. Se ha extendido la percepción de que hay un doble sistema fiscal: la gente con más recursos y preparación accede a unos mecanismos que la gente de la calle desconoce.

R. Sí, y por esta razón se ha ido inculcando esta idea de que en mi comportamiento podía haber ciertos indicios de irregularidad, porque es muy lógico que una persona asalariada, que cobra su sueldo, no entienda cómo determinadas cosas pueden articularse a través de sociedades. Lo hacen unos cuantos millones de personas, pero, en cualquier caso, una parte minoritaria de la sociedad. Esto tiene un origen: una tributación muy diferenciada entre las sociedades y las personas individuales. Soy de la opinión de que debemos irlo corrigiendo sobre la base de reducir la imposición sobre la renta de las personas físicas, cosa que este Gobierno va haciendo. Yo un día utilicé la expresión de optimización fiscal y fue muy mal interpretada, pero todo el mundo entiende perfectamente qué quiero decir: cumpliendo la legalidad, procurar pagar los mínimos impuestos posibles. Ya sé que no es políticamente correcto, pero lo lamento. Creo que esto tiene todo el sentido del mundo y que qualquier ciudadano honrado lo puede entender.

P. ¿Hacienda siempre ha encontrado correcta su forma de declarar sus ingresos?

R. Hacienda nunca me ha dicho absolutamente nada. Ni ahora ni nunca. Y hace 25 años que pago impuestos.

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