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Tribuna
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Profecías

Hay veces que sólo la rutina explica que los partidos y los medios de comunicación se gasten los dineros haciendo encuestas electorales. No hacía falta poseer dotes proféticas para adivinar, con meses de antelación, los pronósticos demoscópicos que este periódico publicó el pasado lunes: el PSOE tiene bastantes papeletas de gobernar en Andalucía con mayoría absoluta.No deja de ser curioso que después de llevar más de dos décadas en el poder -si se incluyen los gobiernos preautonómicos-, el PSOE esté a punto de ganar unas nuevas elecciones y, además, que tenga posibilidades de hacerlo por mayoría absoluta.

También lo es que no haya sufrido un apreciable desgaste y más aún si se tiene en cuenta que a la cabeza del PSOE andaluz no hay precisamente un líder arrollador, aunque sí, sin duda, un hombre de suerte que se beneficia de las torpezas de sus rivales y de la memoria tozuda del electorado andaluz, que -como ya demostró en el pasado con UCD o con los andalucistas- cuando decide escarmentar a un partido no levanta el castigo durante años. Si las encuestas no se equivocan al anunciar un nuevo descenso de IU, es que los andaluces no han olvidado aún los años de la pinza.

Lo prodigioso es que el PP no se haya beneficiado de su paso por el Gobierno de la nación, sino todo lo contrario. Lo más significativo de la encuesta del pasado lunes era que más de la mitad de los andaluces cree que el Gobierno de Aznar trata peor a Andalucía que al resto de las regiones, y el 34% piensa, además, que el trato del Gobierno ha empeorado desde que Felipe González dejó La Moncloa.

Algunos gestos simbólicos -o, más bien, la ausencia de estos gestos- han calado en los electores: parece que los andaluces no se quejan tanto de la financiación o de la falta del reconocimiento del censo -temas que son quizá un tanto espesos- como del desaire que han podido percibir al negarse Aznar a recibir a Manuel Chaves.

No es sorprendente. Lo que sí sorprende es lo caro que le va a resultar al PP el no haber hecho a tiempo un par de gestos que le habrían salido gratis. No hay duda de que dirigentes del PP andaluz que andan suficientemente dotados de neuronas -Arenas, Pimentel, Amalia, Ojeda...- debieron detectar en su momento este error tan llamativo.

¿Y, entonces, por qué no hicieron lo posible por corregirlo? Lo más probable es que no se hayan atrevido a exponer su punto de vista con claridad por miedo a ser tenidos por gente demasiado blanda frente al felipismo. Es éste un tic propio de sistemas autoritarios y ya se sabe lo poco efectivos que terminan siendo este tipo de sistemas.

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Lo cierto es que, si comenzamos a contar por el primer Gobierno preautonómico de Rafael Escuredo (1979), al final de la legislatura que está llegando, el PSOE habrá gobernado Andalucía, sin parar, nada menos que un cuarto de siglo. Y, a este ritmo, es probable que lo siga haciendo muchos años más sin que se produzca el relevo.

A falta de alternancia, parece que es el propio PSOE el que va buscando su refresco, con más o menos tino y más o menos éxito, acercándose al PDNI o a Los Verdes, en operaciones que más que votos -que no parece que le puedan añadir muchos- le proporcione nuevas caras y nuevos talantes.

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