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Los malos presagios

El modesto ejercicio de adivinación del porvenir que supone la divulgación de un sondeo electoral -una suma de ciencia estadística con rasgos de ciencia ficción- se caracteriza por soportar cualquier tipo de interpretación. Los que salen malparados se resisten con razón a creer adivinanzas, aducen que el futuro es imprevisible y ponen ejemplos que ilustran cómo la derrota no se puede pronosticar sin riesgo. Los beneficiados por el sondeo, por su lado, también quitan importancia a la profecía pues conocen casos en que el presagio de la victoria ha desmotivado al electorado y disminuido espectacularmente los votos consignados.

Los sondeos permiten, sobre todo, el comentario, es decir, una reflexión sobre el porvenir que equidista de la victoria y la derrota. El sondeo publicado ayer por EL PAÍS sobre la intención de voto en las elecciones autonómicas del doce de marzo no ha sido una excepción a las reglas generales de la exégesis electoral.

Así Manuel Chaves expuso ayer sus reservas a unos resultados inmejorables, mientras que el PP, a través de Teófila Martínez, hizo todo lo posible por eludir el comentario o, llegado el caso, decir que son elementos de distracción que conviene no tener en cuenta.

Pero si la reacción de los socialistas y de los populares es lineal, la del candidato Antonio Romero puede resultar difusa. Para Romero lo peor del sondeo no son los desastrosos resultados previstos para IU sino que el PSOE pueda recuperar una mayoría absoluta que no necesite de pactos con otros fuerzas parlamentarias..

La respuesta, pese a todo, es coherente. Si hay mayoría absoluta sobra el diálogo, la anhelada camaradería e incluso resultaría banal la insistencia en aplicar en Andalucía el pacto federal de izquierdas logrado entre el PSOE e IU.

Quizá sea cierto que la caída de los resultados de la coalición no incomode a sus dirigentes y que lo que de verdad les preocupe es que sus exiguos beneficios no sirvan para nada y así, a solas, sean más dramáticos. ¿Es sincera la petición de IU de formar un frente de izquierdas en Andalucía o es la única forma de disimular, y dar por bien empleado, el previsible descalabro electoral?

La postura de los socialistas andaluces al dilatar la respuesta a la invitación para ampliar el acuerdo progresista ciertamente no es coherente y resulta en extremo pragmática. Ahora bien, la reacción de IU ante la obtención de una mayoría absoluta por parte del PSOE denota una misma falta de fe en el proyecto de progreso y revela el sentido utilitarista de su propuesta.

ALEJANDRO V. GARCÍA

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