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La normalidad por bandera

Santiago Segurola

El elemento que ha caracterizado al Madrid durante los últimos años ha sido su distanciamiento de la realidad. Ningún club se ha afanado tanto en buscar coartadas para disfrazar sus penurias, graves en muchos ámbitos y especialmente en el capítulo deportivo. La tendencia escapista alcanzó de lleno al equipo, que terminó por convertirse en pura ficción. Siempre había una excusa para justificar los problemas. En el montaje intervinieron directivos, jugadores y entrenadores, dispuestos todos a colaborar en el victimismo, en las manías persecutorias, en enredos que no evitaban la sensación de caos. A través de las coartadas, los futbolistas incumplían con sus obligaciones básicas. Ni era un equipo ni era nada. La apoteosis del desastre se alcanzó durante la dirección de Toshack, el hombre que terminó por derrumbar al Madrid con una avalancha de chistes malos, decisiones arbitrarias, comentarios inapropiados y carencia absoluta de estilo.En la figura de Del Bosque se ha advertido por fin a un entrenador instalado en la realidad. A día de hoy se pueden hacer toda clase de críticas al juego del Madrid. El primero que lo admite es Del Bosque, que ha hecho bandera de la normalidad. No ha engañado a nadie. Ha hablado con el lenguaje del aficionado común, sin caer en la trampa de las excusas, pese a atravesar situaciones delicadas. Desde la sensatez, Del Bosque ha conseguido bajar de las nubes a los jugadores y ponerles de frente a los hechos consumados: el equipo estaba mal clasificado, tenía la enemiga de la gente y las perspectivas parecían temibles. La respuesta colectiva ha sido ejemplar. El Madrid ha podido ser un mal equipo, pero ha sido un equipo con cohesión entre los jugadores, animoso, consciente de sus deficiencias pero decidido a superarlas. Nadie lo hubiera esperado después de varias temporadas de desatinos. Cualquiera que sea la opinión que merezca el juego del Madrid, quien sí merece crédito es Del Bosque, capaz de ofrecer lo más cercano a un liderazgo tranquilo. Capaz de sacar a un equipo de la ficción y devolverle a la realidad de las cosas.

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