La Real se autodestruye El equipo donostiarra se encerró en la segunda parte y facilitó la excesiva goleada del Celta

CELTA 4-REAL SOCIEDAD1El tránsito del Celta por la Liga resulta tan atolondrado que hasta le pueden ocurrir sucesos como los de ayer. Se vio en el abismo durante una hora y acabó goleando sin fútbol. Cosas de la Real Sociedad, que fue valiente con once y autodestructiva en inferioridad numérica. Cosas de Javier Clemente, que pretendió conservar su ventaja demasiado atrás y con demasiado tiempo por delante. Coincidió todo esto con el ingreso de Mostovoi en el campo, y el Celta logró al menos salvaguardar su prestigio. Otra cosa es que las dudas que se ciernen sobre el equipo queden disipadas.Resultaría difícil definir qué es lo que rompió el partido en dos, si la expulsión de López Rekarte poco antes del descanso, la huida hacia atrás de la Real o Mostovoi. Habrá que convenir que fue un poco de todo, y que el gigantesco retroceso del equipo donostiarra hizo el resto. Porque mientras Clemente dispuso de once hombres inutilizó al Celta por completo, pero tanto se acercó a Alberto en la segunda mitad que el gol que igualó el partido lo encajó por exceso de efectivos. Así llegó un centro inofensivo desde la derecha, y así se estorbaron Juan Gómez y Alberto. Como Fuentes compartía metro cuadrado con ellos, el balón le rebotó en la pierna y se introdujo en su portería.

Si algo no ha perdido el equipo de Balaídos es su vocación ofensiva, y no es mala cosa, porque sus descuidos defensivos son terribles. Ayer, por ejemplo, permitió avanzar a Aranzabal una vez tras otra, hasta que el carrilero tuvo ocasión de centrar a placer para que De Paula rematase de forma aún más cómoda. Andaba el Celta obsesionado por llegar a Alberto y se vio repentinamente por detrás en el marcador.

Clemente sustituyó a De Paula por Juan Gómez en el descanso para reforzar aquello en lo que más sobresalía su equipo: la recuperación en el centro del campo. La portería del Celta le quedó definitivamente lejos, mientras que por detrás no tardó en llegar el error por superpoblación. Como quiera que un punto no es nada para un equipo en la situación del guipuzcoano, pretendió un ataque radical tras el empate, y dejó unos espacios que los aprovecha hasta este Celta, el más inocente de los últimos años. Se explica así que los de Víctor Fernández, que llevaban 330 minutos sin anotar un gol, hiciesen cuatro en la media hora que restaba. El primero, en propia meta, y los tres siguientes sólo por aprovechar la desgana de un equipo que se replegaba andando.