El Barcelona, incapaz de marcar al Ourense

Ni frente al Ourense, un equipo de Segunda B que el fin de semana encajó cinco tantos ante el filial del Madrid, encontró el Barça la portería contraria. Acostumbrado a resguardar la suya, esclavo de una prudencia mal entendida, el grupo de Van Gaal está reñido con el gol. Ante el anuncio de goleada, el empate a cero resultó un chasco para la hinchada azulgrana.Es hoy el Barça un equipo fácil de defender. Juega pausado, la pelota al pie, sin ritmo ni agresividad. Manso y plano. Parece incapaz de generar espacios, ha perdido velocidad y renuncia a las bandas. El Ourense puso a ocho futbolistas detrás de la pelota y aguantó con comodidad, tanta que trazó un par de contras que le dieron un aspecto combativo. Paró una y otra vez al grupo barcelonista en el banderín de córner o en el balcón del área. El juego a balón parado se impuso al fútbol combinativo. La presencia de Figo fue, en este sentido, más apreciable que nunca. Tiró todos los córners y las faltas, pero Dani ha perdido puntería.

Frente a la falta de dinamismo azulgrana, un equipo cada vez más previsible, el Ourense realizó un estimable trabajo de cobertura. Le bastó una defensa de ayudas para detener a un contrario que ha perdido capacidad de sorpresa. La docilidad que exige Van Gaal se advierte ya tanto en la alineación como en la cancha. A falta de futbolistas como Guardiola, Kluivert o Rivaldo, el equipo gana seguridad defensiva pero pierde pase interior, profundidad, llegada, ataque.

El Ourense alcanzó sin esforzarse un marcador que le dignifica al tiempo que compromete al Barcelona, una situación sorprendente si se atiende a la alineación azulgrana, plagada de futbolistas de primera fila como los gemelos De Boer, Luis Enrique o Figo (Sergi causó baja de última y Guardiola está lesionado). Hay como un estancamiento o acomodamiento entre los suplentes, que sólo reaccionaron en el segundo tramo del partido, sobre todo por el inconformismo de Luis Enrique, cuya actitud contagió a Xavi y Figo, muy por encima de sus compañeros.

Pero visto que el partido no aclaraba, a la hinchada le dio por corear, medio en broma, medio en serio, el nombre de Bogarde, especialmente activo por la izquierda. Fue un acto de rendición ante la impotencia del equipo azulgrana.