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La élite del capitalismo mundial celebra en Davos la actual "exuberancia" de las bolsas

"Compre, compre, compre acciones en Wall Street". Esta frase podría resumir el tono del mensaje emitido en la pequeña población suiza de Davos, donde ayer comenzó la trigésima edición del Fórum Económico Mundial, el evento en torno al cual, según sus organizadores, cada año se congrega la élite política, económica y científica del capitalismo mundial. En un aperitivo de lo que va a ocurrir en los próximos días, la economía de EEUU fue presentada como el modelo de éxito a seguir por los analistas, todos del sector privado, que abrieron las sesiones.

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Todos los ponentes descartaron ayer que la Bolsa norteamericana esté dominada por una burbuja financiera. La encargada de abrir el fuego fue Abby Joseph Cohen, directora ejecutiva de la sociedad norteamericana de inversiones Goldman Sachs, entusiasta defensora de la idea de que Wall Street vive momentos de "exuberancia racional", frase afortunada con la que rechaza el sombrío y aún no materializado diagnóstico sobre la "irracionalidad" lanzado en diciembre de 1996 por el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan. Cohen, que lleva casi una década prediciendo siempre sucesivas ganancias en Wall Street no defraudó ayer y aventuró una ganancia de entre el 8% y el 10% en el índice Standard and Poor's 500 durante este año que acaba de comenzar.

Esta ejecutiva no sólo descartó que la economía norteamericana haya alcanzado aún el punto más alto del ciclo, sino que señaló además que la llamada nueva economía -nacida del crecimiento de la productividad generado por la aplicación generalizada de las nuevas tecnologías de la información a la actividad económica y financiera, y cuya consecuencia más palpable sería el periodo de expansión económica más largo de Estados Unidos en toda su historia, 107 meses, que oficialmente se alcanzará el próximo febrero- asegura que las futuras recesiones tendrán un efecto mucho menor y menos grave sobre la actividad económica, los beneficios empresariales y la cotización de las acciones.

Millones de empleos

Cohen, en un rápido sumario que provocó el orgullo de sus compatriotas presentes en la sala de conferencias y la envidia de los europeos, recordó que en los últimos cinco años la economía norteamericana ha creado 16 millones de empleos en áreas de alto valor añadido, mientras que Europa perdía un millón.

Como colofón, descartó que la subida de los precios del petróleo pueda afectar seriamente a la inflación en Estados Unidos. Según ella, esa materia prima sólo supone el 3% de los costes empresariales en su país, y aseguró que el déficit comercial está sobrevalorado y es menor de lo registrado por las cuentas oficiales.

Sin cuestionar ese cuadro idílico, el hasta ayer economista jefe del Deutsche Bank en Asia y ahora también ejecutivo de Goldman Sachs, Kenneth S. Curtis, se centró en la cara más pesimista de la economía mundial: Japón. El analista destacó que la segunda economía del mundo se enfrenta a una gran cantidad de problemas a corto plazo: la necesidad de recapitalizar su sistema bancario y de seguros; una profunda restructuración empresarial que implicará abandonar las actividades no rentables; la pérdida de posiciones en la carrera tecnológica que se refleja en que invierte en este campo menos de un tercio que los norteamericanos; y un dramático envejecimiento de su población, cuyas primeras consecuencias han sido una contracción de la masa laboral y que este mismo año los pagos a sus pensionistas van a superar las nuevas contribuciones al sistema de jubilaciones.

En el ámbito mundial, Curtis vaticinó un crecimiento del 4% para este año, aunque se mostró preocupado por el elevado nivel de endeudamiento del conjunto de las economías mundiales, Japón y Estados Unidos incluidos; la volatilidad de los mercados de divisas, en especial por las futuras oscilaciones del yen; y la creciente conciencia de que las condiciones de vida no sólo se rigen por consideraciones económicas, algo que, según él, las masivas manifestaciones de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) han puesto de manifiesto.

Según Curtis, la situación en Japón no tiene una fácil solución. Hasta ahora, las autoridades han intentado combatir la situación de deflación, es decir, de caída de precios que lleva a los consumidores a no gastar y optar por el ahorro, con una política de gasto público ingente. A consecuencia de ello, la deuda pública japonesa ha pasado en ocho años de representar el 51% del PIB a más del 150%. Según el analista, esta política tiene límites y genera problemas, especialmente para la moneda japonesa, el yen, e implica que el ahorro japonés huye de su propio país para financiar inversiones en el exterior, especialmente en Estados Unidos.

Curiosamente, Curtis señaló que las buenas perspectivas de la economía de la Unión Europea, que conocerá pronto una aplicación masiva de nuevas tecnologías como la ya producida en Estados Unidos, le permitían asegurar que el euro sólo puede caminar por la senda de la revalorización (aunque ayer el Banco Central Europeo fijó su cotización oficial por primera vez por debajo del dólar).

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