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Crítica:"RAQUEL BUSCA SU SITIO" / TVE-1
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buenas intenciones

Raquel, una joven divorciada, teórica del trabajo social y que ejercía de funcionaria en Bruselas, solicita el traslado y regresa a su país. Gracias a un enchufe, es contratada por un centro social dirigido por una treintañera también llamada Raquel. Así empieza Raquel busca su sitio, una serie que constituye un loable esfuerzo por alejarse tanto de la boina y del kitsch paleto como del cachondeo promiscuo de yuppy-sainete tan de moda en los ochenta.Raquel busca su sitio desprende un aroma a espíritu de fin de siglo, con su buen rollo no gubernamental, sus contradicciones treintañeras y una estética que sustituye la mesa camilla y el rosario por un interiorismo de suplemento dominical y preservativo de colores. Eso sí: se agradece que nadie se comunique a gritos y que, con buenas intenciones, se traten los problemas actuales de nuestra sociedad.

El centro social en cuestión es el epicentro de pequeños terremotos cotidianos que van tocando todas las teclas políticamente correctas del momento: inmigración, familia, homosexualidad y, sobre todo, la necesidad -expresada con una reiteración que llega a cansar- de "encontrar su sitio".

Inmaduros que impostan una falsa seguridad, mujeres liberadas a las que les cuesta asumir el bagaje agridulce de su protagonismo social, adulterios de baja intensidad, conflictos sexuales no resueltos y ciertos brotes de alevosía lacrimógena amenizaron un primer capítulo demasiado largo, muy bien interpretado por unos actores que confirman la renovación de la cantera (ya constatada en otras series), amena pero un poco blanda y con el encanto de un yogur desnatado, que alimenta pero no engorda, que mata el hambre pero no las ganas de comer.

Más irónicos que divertidos, los diálogos incluso se permiten alguna pretensión político-social que podrían haber firmado a medias Almunia y Aznar, como cuando el Manuel que interpreta el inmenso Nancho Novo le dice a un africano que desea renovar su residencia: "Si todos los españoles que no quieren serlo regalaran la suya, seguramente habría sitio para todos" (¡toma ya misil contra el submarino separatista!). Concejales burocratizados, funcionarios desmotivados o ingenuos, estructuras de una Administración escasa de medios configuran un paisaje poco propenso a la comedia y que, lastrado por un formato excesivo, intenta conectar con una audiencia un poco más exigente que la de, pongamos por caso, Hostal Royal Manzanares.

Pero ese tratamiento casi acústico de los temas, ese gusto por la sutileza y unos matices más cinematográficos que televisivos difiere mucho de lo que se lleva y triunfa en la cada vez menos pequeña pantalla. La prueba: al terminar la serie, enseguida se emitió el anuncio de un programa de impacto en el que se ofrecerían imágenes de globos aerostáticos en llamas, mordeduras de perros y el testimonio de un grupo de soldados que, para demostrar su hombría, procedían a romperse botellas en la cabeza. En estas condiciones, me temo que el melancólico encanto de la Raquel que interpreta Leonor Watling y el generoso esfuerzo de actualización del género al que aspiran los responsables de la serie lo van a tener crudo para encontrar su sitio.

Raquel busca su sitio se estrenó el lunes pasado, y obtuvo una audiencia de 3.313.000 espectadores (18,5% de cuota de pantalla).

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