Nos queda la palabra
Hemos perdido la voz por ser pobres y pequeños. Las huestes de Onda Cero han sido protagonistas de la hazaña. Definitivamente, con la ayuda de esas leyes que ciertos políticos crean para que la sociedad esté, supuestamente, mejor informada y sea más múltiple, matando molinos por doquier, han hundido esa pequeña casa que habíamos construido en nuestro barrio, con la ayuda de la asociación de vecinos, y que se hacía llamar Radio Las Águilas.No merecía la pena, pensaron los plurales, que unas voces, poco refinadas y poco profesionales, no eran las más indicadas para hablar a través del 106.3 de la frecuencia modulada. Y todo lo que parecía nuestro, después de diez años de hablar y hablar, resultó no ser nada, aunque nos queda la palabra.
No les basta con ocupar la frecuencia modulada de Madrid, desde el 89.9 hasta el otro extremo del dial (¡ya tienen más de 10 diales!), quizá para presumir del número de personas que les escuchan, según el EGM. Espero que sea productiva esta ocupación legal del 106.3 de la frecuencia modulada, sobre todo para que el oyente pueda decidirse a escuchar lo mismo a través del 89.9, 98.0 o de este nuevo punto. Las dictaduras también imponen su voz y censuran a los disidentes.
Nuestra casa nunca dejó de ser una pequeña chabola de un barrio periférico de Madrid. Y ya se sabe que en la capital, de momento, para triunfar, se debe estar cerca del centro.
Menos mal que a Radio Las Águilas aún nos queda la palabra y posiblemente sigamos gritando a través del 105.7 de la frecuencia modulada, bajito, muy bajito, para no molestar a nadie.
Hemos perdido la voz, pero nos queda la palabra.
Por la libertad de expresión y la pluralidad informativa pedimos seguir emitiendo bajito; aunque no tengamos voto, nos queda un pequeño hilo de voz y la palabra, que es nuestra única esperanza.- . Colaborador voluntario de Radio Las Águilas.
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