_
_
_
_
FÚTBOL 16ª jornada de Liga

Apenas seis minutos de inspiración

Gris empate entre el Athletic y el Zaragoza, que marcaron todos los goles en el primer tiempo

A falta de argumentos, los espejismos alivian cualquier travesía. Durante seis minutos, Athletic y Zaragoza construyeron un encantamiento de partido, fabricando goles por arte de magia (o de errores particulares) y ocultando un fútbol carente de ingenio aunque bien dotado de recursos físicos. El partido tenía su sinrazón particular: proliferaban los centrales y escaseaban los delanteros. Algo así como si a Txetxu Rojo le obnubilase la presencia de Urzaiz (que se quedó en el banquillo) y a Luis Fernández le ocupase en demasía la intimidación de Milosevic. Lo cierto es que a cada equipo le faltaban efectivos cuando atacaba y al fútbol le sobraban imprecisiones en cada acción.A pesar de la condición ilustre de los contendientes, el partido tenía el aspecto de resolverse con una sentencia mínima, después de un debate áspero, muy embravecido, pero sin muchos argumentos.

ATHLETIC 2 - ZARAGOZA 2

Athletic: I. Etxeberria; Lacruz (Urzaiz, m. 53), Alkorta, Carlos García; Larrainzar, Urrutia, Alkiza (Felipe, m. 73); Guerrero; J. Etxeberria y Ezquerro.Zaragoza: Juanmi; Pablo, Aguado, Paco, Sundgren; Helguera, Aragón, Garitano, Vellisca (Radimov, m. 45); Juanele y Milosevic. Goles: 1-0. M. 12. Libre directo que efectúa Guerrero, despeja Vellisca y Ezquerro remata en boca de gol. 1-1. M. 30. Vellisca empalma en el segundo palo un centro cruzado desde la derecha 1-2. M. 33. Penalti de Lacruz a Milosevic, que estaba en fuera de juego. Transforma el propio Milosevic. 2-2. M. 36. Lacruz cabecea un centro de Guerrero en un libre indirecto. Árbitro: Brito Arceo. Expulsó a Felipe y amonestó a Lacruz, Juanele, Aguado y Alkorta. Unos 30.000 espectadores en San Mamés. Los jugadores portaron una pancarta conmemorativa de la declaración de los derechos del niño.

El Athletic, que ha aparcado el toque en favor de un fútbol directo, más pendiente del rechace que del centro, encontró los goles en dos ejercicios de precisión, como si Julen Guerrero se resistiera a convertirse en un esforzado de la ruta voluntariosa de su equipo. Por dos veces puso el balón donde debía, a la distancia exacta de sus compañeros y la suficiente para hacer dudar a Juanmi de la solución más adecuada.

Asfixiar a Guerrero

El Zaragoza, más fiel a las esencias, parecía hundirse en el barro y en exceso de cautela de sus propósitos. Garitano y Aragón sucumbían en un centro del campo que tenía a sus delanteros en un horizonte muy lejano. En definitiva, dos equipos muy largos, un fútbol muy largo y un asunto muy previsible.

Salvo que lo rompió Guerrero procurando el gol de Ezquerro y lo alteró un espejismo de seis minutos, al filo de la media hora, con tres goles sucesivos, fruto de esas cosas que tiene el fútbol. Tiene lo que se llama robar la cartera (lo que le hizo Vellisca a Lacruz), errores arbitrales (el que cometió Brito Arceo en el penalti a Milosevic) y porteros con querencia a los postes (Juanmi en el gol de Lacruz).

Pero el fútbol también reclama interpretación de las circunstancias, por muy coyunturales que parezcan. Al Athletic, el espejismo le quitó la escasa visión que poseía tanto como el Zaragoza la recuperó. El asunto afectaba a los banquillos. Luis Fernández se obcecó en su viejo libro: más delanteros (Urzaiz) y más golpeos apresurados, largos, imprecisos y desesperados. Txetxu Rojo, fiel a sus orígenes, junto el equipo, reclamó más balón y dio rienda suelta a Juanele para zascandilear entre los defensas. Y volteó las circunstancias. Y encontró dos ocasiones que no fueron gol por falta de delanteros. Y afianzó la defensa, que le hizo la vida imposible a Etxeberria y asfixió a Guerrero con un gendarme de calidad como el joven Helguera.

La segunda mitad fue suya. Le bastó juntar líneas para demostrar la levedad del Athletic, un equipo básico hasta la elementalidad, con una sola manera de entender el fútbol y con dosis de obcecación elevadas en el banquillo y en el campo. En los planes de Luis Fernández, el dibujo es algo accidental. El número de delanteros no altera la previsibilidad de su juego: rápido y adelante. El centro del campo es una obligación de la alineación, porque alguien tiene que transitar por la zona, pero siempre en condición de subalterno. Urrutia se ha convertido en el llanero solitario, Guerrero en el recurso individual. De Alkiza no se tienen noticias. El Zaragoza acabó perdonándole la vida, porque más que brillo tiene lustre, más que remate, voluntad. Y todo acabó en empate goleador a causa de un espejismo en un partido muy árido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_