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NECROLÓGICAS

Enrique Cadícamo, compositor de tangos

El tango quedó sin letra al morir ayer, a los 99 años, Enrique Cadícamo, que fue admirado por su espíritu de incansable trotamundos y por haber sido protagonista de la noche de Buenos Aires. Bohemio incurable, Cadícamo creó con sus versos una larga serie de tangos, algunos de ellos verdaderas tragedias, relatos de desesperanzas o historias de vida que ha resumido en poesías para ser contadas en sólo tres minutos.Don Enrique, como lo llamaron sus admiradores hasta la hora de su muerte, nació el 15 de julio del 1900 -casi al mismo tiempo que el tango- en una finca situada en el límite de las ciudades de Luján y General Rodríguez, al oeste de la capital argentina. De pibe (niño) se trasladó al barrio porteño de Flores, y a los 25 años tuvo un golpe de suerte que cambió su vida y le dio el impulso para el desarrollo de una sobresaliente trayectoria en la poesía popular de Buenos Aires. En plena juventud se cruzó en su camino el cantor Carlos Gardel, el más extraordinario en la historia del tango argentino, que accedió a grabar en un disco la pieza Pompas de jabón, una de sus creaciones. Gardel, el llamado "zorzal criollo", recurrió desde entonces en 23 ocasiones a los versos de Cadícamo para ponerles su voz, lo que permitió al autor juntar por primera vez algunos pesos grandes gracias a su gran imaginación y creatividad.

Otro de los encuentros que marcaron la vida de Cadícamo se produjo en los primeros años treinta, cuando formó una inolvidable pareja con el pianista Juan Carlos Cobián. Ambos dejaron para el cancionero popular argentino tangos de la talla de La casita de mis viejos, A pan y agua, Nostalgias, Susheta, Los mareados y Nieblas del riachulelo, entre otros. Todas esas piezas fueron posteriores a otras que cantó todo Buenos Aires en los años veinte, como Compadrón, Muñeca brava, Che Papusa, oí y Yo te perdono. Además, Cadícamo fue el autor de las letras de Madame Ivonne, Anclao en París, Vieja recoba, Berretín y Al mundo le falta un tornillo.

El poeta fue un viajero incansable por el mundo y un enamorado incurable de las mujeres, hasta el punto de que cayó en las redes del matrimonio a los 61 años, cuando se casó con Nelly, que le acompañó hasta el momento de su muerte.

El pasado 19 de octubre el Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires se llenó de público, en un homenaje que se le rindió a Cadícamo con la excusa de la presentación de la última edición de su libro, Mis memorias. Ya por entonces la salud le había jugado una mala pasada al viejo maestro, que no pudo acudir a causa de un achaque que le obligó a ingresar en una clínica. Esa noche se hubiera emocionado al ver a su joven hija Mónica cantando tangos de su padre, al que considera como guía de su carrera.-

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