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Caos controlado

Los Kings de Sacramento comienzan de forma arrolladora

Santiago Segurola

Acostumbrados a una posición marginal en la NBA, los Kings de Sacramento viven sus recientes éxitos en un estado de euforia. En la pasada temporada consiguieron entrar en la fase final. Metieron en tantos problemas a los Jazz de Utah que instantáneamente se ganaron el aprecio de todos los aficionados al baloncesto. Hasta ese momento, apenas había noticias de los Kings: sus partidos televisados no recibían cobertura nacional, su fama era la de un equipo perdedor, sus jugadores querían salir a toda prisa de una ciudad que no tenía ninguna de las ventajas de Los Ángeles o San Francisco, las otras dos metrópolis californianas con equipos en la NBA (Lakers, Clippers y Golden State). Pero la temporada 98-99 fue mágica. Y ésta la supera.Los Kings encabezan la División Oeste con ocho victorias y una derrota. En algunos casos, sus partidos se transmiten para toda la nación. El público acude con fervor al pabellón ARCO (público fiel que tampoco abandonó al equipo en los malos tiempos). Los jugadores son felices con una organización dirigida con mimo por los hermanos Maloof, una familia de origen libanés que se estableció en Estados Unidos en 1892. Ahora controla un imperio de bancos, hoteles y casinos.

Con una breve experiencia en el gobierno de los Rockets de Houston entre 1979 y 1982, los Maloof dirigen uno de los equipos más excitantes de la NBA. "Caos controlado", es la divisa que propone el base Jon Barry -hijo del legendario Rick Barry- para definir a los Kings. Cuando todo el mundo trataba de acomodarse al baloncesto contenido y defensivo, los Kings aparecieron como una banda de jugadores festivos, encabezadas por Jason Williams, un base blanco con un pasado de tribulaciones y con un estilo descarado. Le llamaron Chocolate blanco, cosa que no gustó a su familia, y se convirtió en uno de los fenómenos publicitarios de la NBA.

Williams contagió con su juego a un grupo de jugadores que parecían en declive. A la cabeza de todos estaba Chris Webber, un alero que había salido de mala manera de los Bullets de Washington y de los Warrior de San Francisco. Webber parece feliz en Sacramento. Al día de hoy promedia 21,1 puntos y 11,4 rebotes por partidos. Ayer, frente a los Nets de New Jersey, consiguió unas cifras espectaculares: 26 puntos, 22 rebotes y 11 asistencias. "Es una bestia", dijo en tono admirativo Stephon Marbury, el excelente base de los Nets. Con Williams, Weeber y Vlado Divac, y con un grupo competente de suplentes, los Kings son la sensación de la temporada y la alegría de la NBA.

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