El delantero tranquilo

King Kanu (El rey Kanu) le llaman los hinchas del Arsenal, entusiasmados con un jugador que ha atravesado por circunstancias extremas para proseguir su carrera como profesional. Fue la estrella emergente de aquel Ajax que derrotó al Milan en la final de la Copa de Europa en 1995. Destacó sobre todos los demás en los Juegos de Atlanta, especialmente después de su formidable actuación frente a Brasil en las semifinales. Le fichó el Inter de Milán apenas cumplidos los 20 años. Era singular en todo. Por la excelencia de su juego, por su altura (1,98 metros), por su precocidad. Pero dos semanas después de fichar por el equipo italiano, su vida giró bruscamente. Se le detectó una insuficiencia valvular aórtica que ponía en peligro su vida. Su carrera estaba terminada. Kanu dijo que no, que quería jugar a toda costa. Acudió a un hospital en la ciudad estadounidense de Cleveland, donde fue sometido a una complicadísima operación. Cinco meses después, el doctor John Kramer le declaró en condiciones para volver al fútbol entre el escepticismo general.Kanu regresó al Inter, que acababa de fichar a Ronaldo. Nadie creía en el delantero nigeriano. Jugó muy poco, como si no hubiera esperanza para él. El Inter lo puso en el mercado, ante el desinterés general. Sólo el Arsenal se arriesgó. Pagó 700 millones de pesetas por un misterio que se ha resuelto de forma concluyente: Kanu es una estrella del fútbol inglés. La pasada semana, el Arsenal elevó su ficha hasta convertirle en uno de los mejores pagados de la Premier League: 9,5 millones de pesetas por semana. 500 millones de pesetas al año.

En Inglaterra, Kanu ha magnificado las condiciones que le convertían en un delantero diferente. Es un Romario de 1,98 que no se deja impresionar por el vértigo y la dureza del fútbol británico. Juega tan relajado que esa circuntancia probablemente explique su altísimo porcentaje de goles en los últimos minutos de los partidos. Cuando el vigor y la atención comienzan a declinar por la fatiga, Kanu aprovecha su tranquilidad para resolver los encuentros. Cinco de sus siete goles en la Liga los ha marcado entre los minutos 80 y 90 ( 83, 90, 90, 86 y 82). Otro lo anotó en el minuto 75, y sólo se reservó uno para el primer tiempo (m.17). Su único tanto en la Copa de Europa lo consiguió en el minuto 81 (frente al Barcelona). No es nueva su tendencia a los goles de última hora. En la pasada temporada marcó siete entre Liga y Copa: tres de ellos en los tres minutos finales. Los demás en el segundo tiempo. Y no por casualidad coronó el partido de su vida (frente a Brasil en las semifinales de los Juegos de Atlanta) con dos tantos en los minutos 88 y 90, goles de delantero tranquilo.