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GOLF

Woods aventaja en tres golpes al Niño en un día de fuerte viento

Carlos Arribas

Ni el Tigre, ni el Niño, ni Txema, ni Monty, ni Pisha, ni... Cuando la primera jornada terminó todas las figuras que prometen convertir el torneo de American Express en el campo de Valderrama (en San Roque, Cádiz) en lo casi nunca visto en términos de golf estaban ya sepultadas, olvidadas. El viento de Levante, que sopló fuerte desde la primera mañana, los había barrido, en cierta forma. Ni duelo del siglo, ni cara a cara para la eternidad: una jornada de golf dura y tensa. Día de sufrimiento. Mano a mano: Woods, 3; García, 0, pero queda mucho partido, no corran. No hay distancias aún.El gigante de Islas Fiyi Vijay Singh (compañero de partido de El Niño) es el primero, en solitario, con 67 golpes (-4); a uno, el norteamericano bueno para todo Jim Furyk; y a dos un quinteto de lo más sorprendente: el zurdo Phil Mickelson, el chaparro zimbabuense Nick Price, el regular norteamericano Bob Estes, el veterano norteamericano Scott Hoch, el de la pinta de sheriff y el problema con la vista que no le deja ver el relieve de los greens, y, sí, el más viejo de los europeos, el capitán que sufrió el domingo de la Ryder la derrota que le dejó más cara de palo todavía, Mark James, con 46 años cumplidos hace una semana y todavía pegándose con un campo, y haciéndolo bien.

Tiger Woods, el híperjugador del año, organizó todo un discurso sobre el arte de dibujar golpes con los palos y terminó al par del complicadísimo Valderrama; Sergio García, el megafenómeno juvenil, volvió a tropezar con su putt, y también un poco con su driver, se pasó la noche tosiendo, y el día vagando, y terminó con +3; a José María Olazábal, el casi nunca extravertido, el más precavido, le costó doblarse y soltar el brazo tras tres días de lumbago y masaje, y salió contento con un +2; Miguel Ángel Jiménez, el mejor de Churriana, por lo menos, no se agarró del todo bien al palo para que el viento no le llevara y terminó con sólo +1, que no está nada mal. Sólo Colin Montgomerie, el escocés gruñón, acabó la jornada en el pelotón de los sólo 11 que pudieron al par del campo. ¿Sus 10 compañeros? Profesionales veteranos, curtidos y acostumbrados a todo en esta vida. Todos con un ojo en la lista de ganancias y otro en el ránking de premios en Valderrama, empezando por los 160 millones de pesetas para el primero y terminando en los cuatro millones para el último. Y, como una corriente subterránea, las tensiones de la última Ryder Cup recorriendo algunos partidos: Leonard, el que montó el número con Olazábal en Boston, jugando junto a Jiménez; Woods con Lawrie; Olazábal con Sutton; Mickelson y Clarke; Love y Montgomerie. Y Jiménez cerrando el debate: "Leonard ha jugado su juego, ha ido a su bola y eso es lo que hay que hacer. Hay que desconectar de la Ryder. Hay que dejar de flagelarse".

El viento es malo en el campo de Valderrama, como en todos pero más, porque los centenares de encinas y alcornoques además de alfombrar el suelo de bellotas hacen que las rachas sean caprichosas e incontrolables. En esas condiciones, dice Woods, toca dibujar los golpes, porque las calles son estrechas y los greens pequeños. Dibujar un golpe es coger a la bola y hacerla obedecer al palo. Efectos de derechas, de izquierdas; bola baja, bola alta; abrir, cerrar; cortar, liftar. Todo un arte. A eso, dice, se dedicó Tiger Woods. Clase teórica: "Este campo es uno que exige paciencia, y eso me gusta. Hay que saber pegarle a la bola, curvarla hacia los dos lados, por eso la mayoría de los que han ganado aquí son dibujantes de golpes. La mayoría de los golpes que puedo hacer ahora no me salían hace un par de años. Ahora la trayectoria es mucho más plana y no tiene un punto crucial, una cima, como antes; el ángulo de ataque es más superficial ahora, con lo que no hago girar la bola en el aire tanto como antes, así que la puedo mandar más plana, más larga, en el aire, lo que significa que puede atravesar mejor los vientos cruzados. Y como también, si las circunstancias me obligan, también puedo seguir bombeándola como antes, pues soy mejor que casi todos. Esa ventaja tengo". A lo que Sergio García puede añadir: "Si sigue haciendo viento puede que me vaya mejor porque no habrá muy buenos resultados y nadie se escapará". Y como inspirado por perogrullo: "Cuando uno juega bien cualquier campo le va bien a su juego. Lo que me ha pasado no es que me vayan o no me vayan Valderrama y el viento. Simplemente: no he jugado bien".

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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