Alzamora remata un año triunfal
El piloto de Lleida logra el título en 125cc en una trepidante carrera en la que tuvo que sobreponerse al juego sucio de Melandri
Emilio Alzamora remató ayer la mejor temporada del motociclismo español. Con la segunda posición en el Gran Premio de Argentina, la última carrera del año, el piloto de Lleida conquistó el título mundial de 125cc, que se añade al de Àlex Crivillé en 500cc la semana anterior. Para lograrlo tuvo que sufrir y aguantar el juego sucio de su rival, el italiano Marco Melandri. Ganó el bambino, pero Emilio conquistó el título con sólo un punto de ventaja. Apenas cruzada la meta, el nuevo campeón detuvo su moto junto a Ángel Nieto. Ya no era sólo su jefe de equipo y líder de una familia motociclista en la que se ha integrado. Desde ayer, el legendario 12 + 1 también es un colega campeón del mundo. Ninguno de los dos olvidará la carrera de Buenos Aires.Si Crivillé hizo historia en la categoría reina en Río de Janeiro, Alzamora se coronó rey de 125cc para convertirse en el último heredero de la tradición de Nieto, de Ricardo Tormo, de Jorge Martínez Aspar, de Champi Herreros y del propio Crivillé en las cilindradas menores. Lo hizo sin haber ganado un solo gran premio en toda la temporada. La regularidad fue el argumento con el que respondió a la frecuente superioridad mecánica de los rivales.
Con la de ayer en el Autódromo Óscar Gálvez, el piloto de Lleida sumó 10 visitas al podio en 16 carreras. La más importante, evidentemente, fue la última. Quizá también la más costosa y la más tensa. "No puedo más", reconoció apenas descendió de su Honda. Y no se refería a la cuestión física, pues Emilio es de los pilotos más fuertes de la cilindrada. El esfuerzo tuvo más que ver con la tremenda presión a la que estuvo sometido, sobre todo por parte de Melandri. Con el descaro de sus 17 años, el italiano jugó sus cartas hasta el límite, pero no encontró el aliado que precisaba para relegar a Alzamora. La ventaja inicial del español, que tenía bastante con acabar segundo, fue la que le dio el título.
Los dos salieron desde la primera fila, y los dos lo hicieron bien. El tercer candidato, el japonés Masao Azuma (Honda), partió muy retrasado y, cuando intentaba recuperar terreno, acabó por los suelos. La pelea quedó entonces en un mano a mano, pero el italiano necesitaba compañeros de viaje. Por eso dejó que en las primeras vueltas fuera su compatriota Roberto Locatelli (Aprilia) quien encabezara la carrera. Y así consiguió que se formara un grupo delantero con varias unidades, y todas peligrosas para los intereses de Alzamora: el japonés Noboru Ueda (Honda) y los italianos Lucio Cecchinello (Honda) y Manuel Poggiali (Aprilia). El español tuvo claro que no tenía que entrar en guerras, que tenía que marcar a Melandri tomando los menores riesgos posibles. Pero el italiano aumentó el ritmo para intentar provocar el error de Emilio. Se colocó en cabeza y se distanció.
Sólo Cecchinello pudo seguirle, y aquél fue el peor momento para Alzamora, pues los otros componentes del grupo le pasaron, le dejaron en quinta posición y, provisionalmente, sin título. "Lo pasé mal", reconoció, "pero supe mantener la cabeza fría". Carla, su novia, iba por el cuarto cigarrillo, y Nieto, al borde de la pista, daba brincos y no sabía dónde meterse.
Pero la situación empezó a aclararse. Cecchinello hizo honor a su reputación y se cayó. Incluso estuvo a punto de arrastrar a Melandri, que se quedó solo en cabeza. Más atrás, Alzamora estuvo luchando con Ueda y con Locatelli. Ésa era su verdadera pelea, la de la segunda posición, pues con ella tenía bastante para ser campeón.
El japonés cedió y a falta de siete vueltas también bajó los brazos el italiano. Pareció que el Mundial quedaba sentenciado. Pero Melandri no había dicho la última palabra. La vuelta final no tuvo desperdicio. El bambino miró hacia atrás y vio que quien venía era Emilio, bastante destacado de Locatelli. Entonces decidió aflojar para permitir que el español le cazara.
Melandri realizó varias maniobras peligrosas, provocó a Alzamora y estuvo a punto de tirarle. Pero ayer era el día de Emilio, que levantó los brazos al cielo apenas pasada la bandera a cuadros al tiempo que maldecía a su rival. Seis años después de su estreno en el campeonato del mundo, el piloto catalán alcanzó el número uno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.