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El rendimiento de Anelka tiene desesperado al club

El jugador se defiende: "Todo llegará, lo único que puedo hacer es trabajar y no obsesionarme"

Nicolas Anelka tiene desesperado al Real Madrid. Nadie en el club blanco comprende el bajo rendimiento del fichaje más caro del fútbol español. Sobre todo no aciertan a entender su actitud ausente, magnificada el miércoles en Oporto: no se inmutó cuando el árbitro no sancionó un claro penalti que le hicieron, tampoco cuando sus compañeros no le pasaban, ni siquiera cuando Toshack le sustituyó... Da la sensación de que nada le importa. No está integrado, no rinde. "No es que juegue mal, es que es como si no estuviera", comentaba impotente Lorenzo Sanz, el presidente del club, en el aeropuerto de Oporto.A Anelka, según informa Diego Torres, se le observa con cierto recelo profesional desde el vestuario. Algunos compañeros lo ven demasiado joven, ausente, desesperadamente tímido, poco predispuesto a adaptarse y menos aún a sudar la camiseta. Sólo se habla con Etoo, Geremi y Karembeu, los que hablan francés, y un poco con Seedorf. Además, señalan a su alineación como causa del desequilibrio del equipo.

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Y hasta John Toshack, que emplea palabras cariñosas hacia el jugador, está perdiendo la paciencia. Tan sólo una semana después de anunciar que Anelka estaría siempre en la alineación titular -"tiene que jugar siempre", dijo-, ayer insinuaba su marcha atrás. "Hay que ir despacio con él, necesita tiempo y de eso ahora aquí no tenemos mucho".

El futbolista francés no se entrenó ayer con sus compañeros. Sólo estuvo unos minutos en el vestuario, después se marchó en su coche camino de su casa a la que se acaba de mudar tras vivir tres meses de hotel. El jugador se sabe de nuevo en el centro de las miradas. "Estoy tranquilo. He hablado con el entrenador. No hay ningún problema", explica el jugador. Sus palabras contrastan con la tristeza de su rostro y su apagada voz. "El cambio del miércoles fue una decisión táctica, yo no tenía ningún problema físico".

El propio Toshack explicó los motivos del cambio utilizando una situación del pasado: "Hace años cambié a Hagi por Paco Llorente. Estaba harto de decirle que jugara más en la banda. No me hacía caso. Aquel cambio me costó una buena bronca de Ramón Mendoza [entonces presidente]. Pues lo de Anelka es parecido".

El caso es que Anelka no termina de arrancar. No ha marcado un gol, sus compañeros ya no le buscan sobre el campo y cuando algo no le sale inclina la cabeza hacia abajo y da todo por perdido. "Físicamente no estoy bien", reconoció ayer Anelka. "Apenas he tenido partidos para entrar en juego. Tengo que coger el ritmo y adaptarme al equipo". Anelka, que le gustaría un juego del Madrid más vertical, mide sus palabras cuando habla de sus compañeros. "Aquí se juega de forma diferente a como venía haciéndolo. Poco a poco todo irá encajando".

Anelka insiste en que no está preocupado. "Estoy bien. No siento una presión especial. Sé, claro, que la gente está pendiente de mí, que se pregunta por qué no he marcado aún mi primer gol. Todo llegará. Lo único que puedo hacer es trabajar y no obsesionarme".

El francés pide tiempo, pero al Madrid se le empieza a agotar la paciencia. Mañana, en Sevilla, es probable que no sea titular.

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