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Tribuna:
Tribuna
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La carcoma

Hace unos diez años escasos que se empezó a hablar de la violencia en el hogar, y desde entonces, a pesar de las medidas que se han tomado, continúa haciendo sus estragos soterrada, como la carcoma, infatigable mientras quede madera blanda que roer. Y como la violencia genera miedo y poder, como puede llegar a ser sinónimo de valor masculino, como se desata continuamente, guerra tras guerra, como se deja caer sobre los que mueren de hambre, como necesitamos un éxito tan frecuentemente basado en la capacidad de agresión y en la inclemencia, como el fracaso y la frustración se resuelven en violencia, como no nos enseñan a controlarnos, como siempre habrá personas grandes y pequeñas, fuertes y débiles y el hogar es un lugar privado y cerrado, pues no sé cómo vamos a acabar con ella.He oído hoy en la radio que los primeros malos tratos no provocan quejas ni denuncias porque se reciben como una bronca esporádica, con muchas disculpas y promesas de que no volverá a repetirse, con la esperanza de que pase la racha y cambie la suerte. Lo malo es que el día que la víctima comprende que no será así, ya no es capaz de reaccionar porque ha perdido el valor, la seguridad, la autoestima y la capacidad de respuesta. En ese momento en el que no es capaz de pedir ayuda se queda absolutamente sola, como en la película de Benito Zambrano. Y aun peor que el miedo a que la maten es el sentirse morir poco a poco, mientras soporta y soporta sin ningún motivo ni esperanza.

Claro que hay quien se atreve a denunciarlo y por eso nos enteramos; por eso y por quienes mueren. Al cabo de los años, en un arranque de valor heroico, se puede pedir la separación y puede ocurrir que no se consiga por falta de pruebas y tener que pasar, en cambio, por el castigo y la venganza. O se puede denunciar y conseguir una pequeña multa como desagravio más el castigo y la venganza.

No creo que sean errores sino irresponsabilidades judiciales, policiales, vecinales y familiares. Es machismo cuando no se respeta a las mujeres que se quejan, y egoísmo cuando nada se hace por evitarlo para no meterse en problemas. Son pocos quienes se preocupan por las víctimas y se ocupan de ayudarlas.

BEGOÑA MEDINA

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