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FÚTBOL

La fe contra la ciencia

Mazinho reaparece tras su grave lesión desafiando los diagnósticos médicos

Xosé Hermida

Ya se sabe que los brasileños son gente de fe, y la de Mazinho se manifiesta con tanto fervor que el centrocampista del Celta no se arredró por los diagnósticos médicos que le consideraban casi desahuciado. Los especialistas no abandonan su escepticismo, porque la misma enfermedad que afecta al cartílago de la rodilla de Mazinho ya ha tumbado prematuramente otras carreras futbolísticas, pero el jugador, a despecho de sus 33 años, se resiste a aceptar el implacable veredicto de la ciencia. El pasado jueves después de casi un año de baja, reapareció en un partido amistoso, jugó cojo los 90 minutos y hasta marcó un gol de penalti.El campo de Ponteareas, una localidad próxima a Vigo, se abarrotó el jueves. El equipo de casa, de Primera Regional, jugaba una pachanga contra el Celta, pero lo que más interesaba a los 1.500 espectadores que acudieron al desigual choque -los vigueses ganaron 10-0- era ver a Mazinho, uno de los futbolistas más idolatrados en Balaídos, ausente desde el pasado mayo por una grave lesión de rodilla. El público no salió muy convencido porque todos pudieron ver que Mazinho a duras penas disimulaba su cojera. Pero al jugador le importa poco lo que digan los demás. "Me encontré bien", asegura; "aunque fuese ante un rival modesto, el partido me confirmó que sigo avanzando en mi recuperación. La cojera es más que nada psicológica. Además, yo siempre tuve una forma de correr un poco rara".

El caso de Mazinho se ha convertido en una especie de enigma y ha provocado más de un conflicto entre el jugador y los servicios médicos del club, que dirige Genaro Borrás, encargado también de la selección española. Al centrocampista brasileño se le descubrió en mayo una enfermedad degenerativa en el cartílago de la rodilla, la misma dolencia que ha dejado casi inválidos para el fútbol a Álvaro, aquel chico que jugó en el Madrid con Jorge Valdano, y a Amunike, el infortunado nigeriano del Barcelona. A Mazinho la enfermedad le provocó además un edema óseo, y los médicos del Celta arrojaron los peores augurios sobre su porvenir.

En el verano, mientras el futbolista estaba en Brasil, el club pareció que planificaba el futuro del equipo sin contar con Mazinho: como el único medio centro que le quedaba era Makelele, fichó a otros dos, Celades y Giovanella. Cuando el futbolista regresó a España en agosto, se produjo el primer choque. Mazinho dijo sentirse dolido porque, según él, el Celta se había despreocupado de su suerte, e insistía en que estaba dispuesto a jugar. "No estoy enfadado con los médicos", afirma ahora el brasileño, "pero hubo gente que habló demasiado con la prensa sin decirme nada a mí. Y creo que se equivocaron por completo".

En comparación a cómo estaba en mayo, Mazinho ha mejorado porque logró curar el edema. Pero la enfermedad del cartílago no tiene remedio y los médicos, que prefieren no azuzar la polémica, siguen siendo bastante pesimistas. El jugador no desespera y sólo piensa en volver. Siempre ha sido un tipo tenaz -desde juvenil se acostumbró a frecuentar el gimnasio e incluso se instaló uno en su casa de Vigo- y cada día acude pacientemente a Santiago de Compostela para hacer ejercicios de rehabilitación en las instalaciones del estadio de San Lázaro. "El Compostela tiene una máquina especial que me viene muy bien para fortalecer la musculatura", explica, "lo que necesito ahora es ganar velocidad, sobre todo de arrancada".

A Mazinho aún le restan dos temporadas de contrato, con un sueldo más que sustancioso: 1,5 millones de dólares anuales - unos 240 millones de pesetas- libres de impuestos. Un magnífico estímulo para no perder la fe.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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