El Deportivo gestiona el antifútbol del Athletic

ATHLETIC 2 DEPORTIVO 3El Athletic tiene una particular visión del fútbol mágico: juega sin zurdos (uno entre 11), sin balón, sin cerebro y sin goleador acreditado. Magia en estado puro, una estrategia particular de Luis Fernández, un entrenador cada vez más empeñado en exhibir sus dotes de prestidigitación, por encima de los criterios razonables. La alineación comienza a ser más que una apuesta, un juego cabalístico y el fútbol del Athletic un misterio sin demasiadas pistas fiables. Lo único reconocible es el cambio de objetivos en el equipo bilbaíno: el Deportivo, presuntamente cansado y con el entrenador presuntamente discutido, juega sobre una base sólida. Con mucho sentido común y un poco de velocidad en sus acciones se llevó el partido sin demasiado esfuerzo.El Athletic es un equipo hipertrabajado. Luis Fernandez no repite alineación, ni en los entrenamientos, hasta el punto de hacer del colectivo un conjunto irreconocible. Ayer, el caos respondía a la lógica. Siete de los ocho futbolistas que ocupaban la defensa y el centro del campo pertenecen a ese perfil de futbolista entregado y corretón que tiene al rival como referencia y al balón como enemigo. El octavo hombre es Guerrero, pero ni tenía ayer su día, ni los compañeros que precisa. Por si acaso, el Deportivo le prestó atención especial. Entre Flavio y Mauro Silva le cerraron todos los caminos. El papel de víctima lo asumió como acostumbra Roberto Ríos que regaló el segundo gol e inauguró el camino de dudas en todo el equipo. Pero el victimario rojiblanco apenas dejaba fuera de la lista a los dos Etxeberria del equipo: el guardameta y el delantero, únicos futbolistas que cumplían con su papel.

El Deportivo se encaminaba a la goleada con un fútbol sencillo, casi básico, bien definido por dos futbolistas que compaginan el oficio con la calidad. Todo nacía de Mauro Silva y Flavio y todo acababa en Pauleta, que vio en Roberto Ríos el pasillo del éxito.

Oficio contra furia

En 57 minutos había conseguido tres goles sin despeinarse, sin pasar un agobio, pero sin deslumbrar a la parroquia. Apenas tirando de oficio y dejando las cosas claras. Bastó que Luis Fernández acabara con la magia y abriera el libro del fútbol por la primera lección para que el Deportivo mostrara sus debilidades más allá del cansancio europeo. Cuando el Athletic jugó con balón y con goleador y suplió el cerebro (eso no se improvisa) por la actitud y la fe, el Deportivo tembló con dos goles tan fieros como inútiles. Lo razonable prevaleció sobre lo imprevisible. Luis Fernández tendrá que reflexionar sobre su visión mágica del Athletic. El Deportivo vio el truco y escondió el suyo. El Athletic y su entrenador le respetaron hasta el temor. Y no era para tanto.